Mostrando entradas con la etiqueta LA MAGIA DEL CINE. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta LA MAGIA DEL CINE. Mostrar todas las entradas

lunes, 26 de mayo de 2008

LA LINTERNA MAGICA


En el siglo XVII aparece un ingenioso aparato precursor del cinematógrafo que es objeto de curiosidad e investigación por diferentes científicos. Ya avanzado el siglo XVIII, la Linterna Mágica comienza a viajar de la mano de los feriantes que muy pronto intuyeron el potencial de este invento. A partir de 1800 este tipo de exhibiciones comienzan a ser más frecuentes y, en ocasiones, demasiado impactantes para un público completamente inocente respecto a este tipo de entretenimiento. Estos espectáculos eran una combinación de las imágenes proyectadas por la Linterna Mágica, narraciones didácticas sobre temas de interés relativos a las artes, la ciencia o narraciones populares y, en ocasiones, música en vivo. Una mención especial se merecen las Fantasmagorías del belga Robertson, un espectáculo de linterna que simulaba la aparición de fantasmas, espíritus o monstruos para aterrorizar al espectador. Hacia 1895, justo cuando se gestaba el nacimiento del cinematógrafo, se estima que habría 50.000 shows diferentes de Linterna Mágica solamente en Estados Unidos. Durante 250 años la Linterna Mágica fue el espectáculo visual por excelencia y su versatilidad ya presagiaba el gran poder comunicativo que tienen las imágenes: de hecho, las iglesias y las escuelas fueron de los primeros en utilizar el mágico e inocente invento.Georges Melies, pionero del cine e inspirador de mi afición por esta mezcla de emociones que son el cine y el circo realizó en 1903 una curiosa película titulada precisamente La Linterna Mágica. En ese mismo momento, este longevo artilugio de luces y sombras comenzaba a ser pieza de museo.

lunes, 14 de abril de 2008

GEORGE MELIÉS MAGICIAN - BIOGRAPHY

GEORGE MELIÉS



Georges Méliès fue uno de los pioneros de la dirección cinematográfica, tras sus propios creadores, los hermanos Lumière. Nació el 8 de diciembre de 1861 en el boulevard Saint-Martin de París.
Famoso, director de teatro, actor y orgullo frances fue George Méliès. Su padre era un querido y conocido empresario del calzado parisino. Desde pequeño muestra interés y habilidad en el dibujo. Durante su estancia en Inglaterra, y debido a que su falta de soltura con el lenguaje le impedía comprender las obras de teatro, entra en contacto con el mundo del ilusionismo al frecuentar la "Egiptian Hall", dirigida por el célebre ilusionista
Maskelyne.
Más tarde regresa a
París, y a pesar de sus intenciones de ingresar en la Escuela de Bellas Artes, es obligado por su familia a participar en el negocio del calzado. Se encarga de la reparación y el perfeccionamiento de la maquinaria, adquiriendo las habilidades mecánicas que posteriormente le resultarían tan útiles.
Cuando su padre se retiró del negocio, Méliès se negó a continuar con el mismo, utilizando su parte del reparto para comprar en
1888 el teatro "Robert Houdin", del que era asiduo visitante.
Con su incesante capacidad para el trabajo que caracterizó su vida, en los años
1889 a 1890 simultaneó sus labores de director del teatro con labores de reportero y dibujante en el periódico satírico "La Griffe", donde su primo Adolphe ejercía como redactor jefe.
Durante los años siguientes se escenifican en el teatro espectáculos de ilusionismo, cuyos decorados, trucos y maquinaria eran en su mayoría obras del propio Méliès.
Cuando el
28 de diciembre de 1895 Méliès asiste invitado por los Lumière a la primera representación del Cinematógrafo, decide rápidamente comprar una máquina a los Lumière, los cuales se niegan. Entonces opta por construir, a partir de otros artefactos, su propia máquina de cinematógrafo. El 5 de abril de 1896 ya proyecta sus primeras películas en su teatro Robert Houdin. Eran pequeñas escenas al aire libre, similares a las de los hermanos Lumière. Su estilo evoluciona rápidamente buscando crear películas parecidas a sus espectáculos de ilusionismo.
Descubre accidentalmente el truco de sustitución de elementos mediante el parado de la cámara, y es pionero en la utilización de otros métodos como la exposición múltiple del negativo y los fundidos a negro y desde negro.

Tumba de Georges Méliès
Invirtió una gran cantidad de dinero para la creación del que se considera el primer estudio de cine, en el que se utilizaron diversos artilugios, como sistemas mecánicos para cerrar zonas al sol, trampillas y similares.
Creador de alrededor de 500 películas, la paulatina transformación de la industria (monopolizada por
Edison en Estados Unidos y Pathé en Francia), junto con la llegada de la Primera Guerra Mundial, afectaron a su negocio, que fue declinando sin remedio.
En 1903 viajo a
Lyon para editar "!El ataque del Dilofosaurio¡" (Le Dilophosaurus attack!); un film sobre un dinosaurio que ataca a Lyon y a sus ciudadanos. Este film aun se conserva como todos los otros.
Sus creaciones cayeron en un relativo olvido, pero en la década de los 30 comenzó una corriente de reivindicación del genio de Méliès. Es en esta época cuando es encontrado trabajando en una pequeña tienda de golosinas y juguetes de la estación de Montparnase. Se le concede la
Legión de Honor, y en 1932 la Sociedad Cinematográfica le otorga la estancia vitalicia en el Castillo de Orly
Murió en 1938 de un doloroso (aunque rápido) cáncer, que acabó con su vida en 3 meses, el 21 de enero de ese año.
Su videocamara esta en el museo de cinematografia de Paris; junto a la camara de los Lumière.
Sus restos descansan en el
cementerio de Père-Lachaise, en París.
En
2007 es publicada en España La invención de Hugo Cabret, novela del escritor estadounidense Brian Selznick; en dicha obra el protagonista, un niño de 12 años, conocerá la vida y obra del cineasta francés Georges Méliès gracias al hallazgo de un autómata, elemento mecánico que servirá para desarrollar la narrativa de la historia. La novela, con un marcado estilo artístico y cinematográfico, presenta numerosas ilustraciones en blanco y negro realizadas por el propio autor, generando un bonito juego entre la palabra escrita y la imagen; las sensaciones son diversas, pues parece que estás contemplando una película de cine mudo, en la que te conviertes en proyector y receptor del celuloide, que en este caso son las páginas del libro.

viernes, 4 de abril de 2008

EL ULTIMO GRAN MAGO


El último gran mago

Diario 20 minutos / CINE
http://www.20minutos.es/cine/cartelera/pelicula/29442/el-ultimo-gran-mago/

Título V.O.: Death defying acts
Año de producción: 2007
Distribuidora: DeA Planeta
Género: Drama
Clasificación: No recomendado menores de 7 años
Estreno: 4 de abril de 2008
Director: Gillian Armstrong
Guión: Tony Grisoni, Brian Ward
Música: Cezary Skubiszewski
Fotografía: Haris Zambarloukos
Intérpretes:


Edimburgo, 1926.

La gira del mago Harry Houdini continúa a pesar de la reciente pérdida de su madre. Su dolor le ha hecho obsesionarse con la parapsicología, hasta el punto de ofrecer dinero al médium que descubra las últimas palabras de su progenitora.

La bella Mary trabaja con su hija en un espectáculo de mentalismo trucado y, cuando se entera de la oferta, investiga la vida de Houdini para afrontar el desafío que le haga rica. Sin embargo, el amor que surge entre ellos no entiende de magia.

El año 2006 fue el año de las películas de magia con el rodaje y posterior estreno de "El ilusionista" y "El truco final". Pues bien, las historias de amor entre magos bohemios y bellas damiselas regresan este año con "El último gran mago", una producción británica llena de romanticismo que se ocupa de la idea de que "la magia existe siempre y cuando uno crea en ella". Para ello, se habla de amor entre bambalinas, creencia en la vida después de la muerte y problemas terrenales como el dinero o la ambición.

Su directora es Gillian Armstrong, responsable de otros títulos de época como "Charlotte Gray" o "Mujercitas", pero la idea de incluir a Houdini en el argumento fue de los guionistas, que se interesaron por la relevancia contemporánea que aún tiene el escapista.

Para dar vida al "último gran mago" se pensó en Guy Pearce, un actor habitual del cine europeo que se ha labrado una reputación con "Memento" o "First snow". Su gran amor en la ficción es la bellísima Catherine Zeta Jones, a la que no veíamos desde la comedia romántica "Sin reservas". Les acompañan Timothy Spall (Sweeney Todd, Encantada) y la jovencísima Saoirse Ronan, nominada al Oscar por "Expiación".

Crítica

Pese a lo estratégicamente engañoso del título español, "El último gran mago" no es pariente de "El ilusionista" ni de la soberbia "The Prestige" de Christopher Nolan, y es más, por mucho que la campaña promocional se esmere en despistar, la película de Gilliam Armstrong ni es un biopic sobre el Gran Houdini, ni una dramatización de su vida y milagros ni nada que remotamente se le parezca. Bien al contrario, más afín en intenciones a productos semibiográficos tipo "Las aventuras del joven Moliere" o "Copying Beethoven", la cinta de Armstrong focaliza la atención en la anécdota para retratar al personaje desde la subjetividad episódica de la parte, y lejos pues de la perspectiva, siempre mucho más comprometedores, de la totalidad. El Houdini íntimo y personal atrapado en las redes del amor por una mujer tan bella como ingrata (que diría Miguel Hernández), que intenta engañar al mago empleando sus mismas armas.

El resultado es un minúsculo vodevil amoroso, un interludio romántico (cuya historicidad desconozco) en la ajetreada vida mediática del estelar ilusionista, que se describe pero no se evoca, que se detalla desde la distante frialdad de la superficie, en manera involuntariamente epidérmica. No hay tensión ni gramo alguno de intensidad en los tejemanejes de esa mentalista sin escrúpulos que pretende estafar al mago pero que, en el empeño, acaba seducida por su conmovedora fragilidad de ser humano. Igual da que sea Houdini o un mago de feria, igual que el amor triunfe o que fracase, "El último gran mago" se deja ir, confiando en la inercia de las pasiones inherentes al relato, cuyas cimas tempestuosas se nos ocultan debajo de un diseño de producción tan notable como hueco, de una puesta en escena tan telefilmesca como poco resultona.

Decepción para quien busque noticia de los hechos vitales del ejemplar escapista, decepción para quien, sabiendo de qué va la vaina, se tope con un drama romántico de tan baja temperatura.

Glamour, eso sí, no falta. De eso andan sobrados Catherine Zeta Jones y Guy Pearce, muy guapos ambos, muy fotogénicos y, por qué no decirlo, muy superficialmente vinculados a sus respectivos papeles.
Noticia de: Diario 20 minutos / CINE

martes, 1 de abril de 2008

EL ILUSIONISTA

El ilusionista

DIARIO 20 MINUTOS / CINE
http://www.20minutos.es/cine/cartelera/pelicula/28529/el-ilusionista/

Título V.O.: The Illusionist

Año de producción: 2006

Distribuidora: Aurum

Género: Drama

Clasificación: No recomendado menores de 7 años

Estreno: 17 de noviembre de 2006

Director: Neil Burger

Guión: Neil Burger

Música: Philip Glass

Fotografía: Dick PopeTítulo

Intérpretes:


Eisenheim es un misterioso mago que consigue desafiar las leyes de la naturaleza y asombrar continuamente al público. Cuando el prestidigitador llega a Viena empieza a actuar con su fantástico espectáculo y en poco tiempo la noticia de su presencia llega hasta el príncipe heredero Leopold. Con la intención de desacreditar al ilusionista, el príncipe acude junto a su prometida Sophie von Teschen, a una de sus funciones. Cuando la bella prometida aparece, enseguida reconoce a Eisenheim y se reaviva un amor de la infancia.
La lucha por el amor de la joven enfrenta a los dos hombres que harán cualquier cosa por conseguirla. Escrita y dirigida por Neil Burger (Interview with the Assassin), "El ilusionista" está basada en el relato corto del ganador de un Premio Pulitzer Steven Millhauser, "Eisenheim The Illusionist".
Una película de los productores de la ganadora de un Oscar, "Crash", protagonizada por Edward Norton, el actor de "American History X" y "Todos dicen I love you" y también director y productor de "Más que amigos". A Norton le acompañan Jessica Biel (Blade: Trinity, Elizabethtown) y Paul Giamatti (Cinderella Man, Entre copas).
Un film donde nada es lo que parece, donde el amor, la obsesión y la intriga se entremezclan con la magia y el misterio.

Crítica

La última película de Neil Burger conjuga una fórmula eficaz y seduce desde la solidez de sus impecables formas y los volúmentes histórico-románticos que la definen.
El ilusionista es un cuento para adultos narrado con exquisito gusto estético y con incontestable equilibrio entre sus piezas. El ensamblaje global propone dos horas de evasión perfectamente vivaces que tienen en la distribución del ritmo y el minucioso antagonismo entre sus personajes protagónicos su baza más distinguida. Burger decora las pasiones, porque de nada sino de un drama pasional se trata, con un cautivador barniz pseudo fantástico que, y ahí radica el pero más gordo del invento, acaba basculando torpemente hacia la balanza del realismo imposible.
La gracia fundamental está en discernir si Eisenheim (Edward Norton) es un mago o un diabólico engañabobos, no obstante Burger mitifica a tal punto sus prodigios en el escenario que acaba por distraer la atención apuntando en direcciones que no piensa seguir.
El ilusionista deviene así, involuntariamente, en fábula decididamente inverosimil, que flirtea con el fantástico, más por el entusiasmo de Burger en alimentar el perfil extraordinario del relato, que por una lógica narrativa con punto de partida y de llegada.
Al final uno tiene la sensación de haber sido tramposamente manipulado, pero no por Eisenheim, que sería lo suyo, sino por un Burger incapaz de medir el impacto dramático de su fascinación hiperbólica por los trucos maestros del prestidigitador. La consecuencia directa es un desenlace imposible, montado a través de flashbacks, que resuelve el misterio comprometiendo el encanto global de la fábula, con un positivismo tan milimétricamente resolutivo como forzado.
El ilusionista hace aguas en ese desenlace que ata cabos sin atención a la lógica, pero la prestancia hipnótica de la puesta en escena y, sobre todo, el recital a tres bandas de Edward Norton, Rufus Sewell y, sobre todo, y una vez más, el monstruo Giamatti, que se merienda sin contemplaciones a todo aquel que se le ponga delante, en vanguardia, en retaguardia, en drama, en comedia o donde sea menester.
El genial protagonista de Entre copas es un plus en cualquier empresa a la que preste sus servicios. El ilusionista no es una excepción. La culpa de que tan excelentes mimbres no se traduzcan en una excelente película es de Burger en su faceta de guionista por poner una bomba en el último acto y en sus funciones de director por visualizar la prodigiosa mente del mago con semejante querencia por lo improbable.
En resumidas cuentas: funciona mejor el engranaje policial que el estrictamente mágico-sentimental. Un matiz: con tanta insustancial nadería exportad por Hollywood, El ilusionista es un drama adulto que se viste por los pies y que, en consecuencia, está muy por encima de la cosecha habitual con que Hollywood nos tortura de un tiempo a esta parte.

EL TRUCO FINAL (El prestigio)


El truco final (El prestigio)

Diario 20 minutos / Cine
http://www.20minutos.es/cine/cartelera/pelicula/28638/el-truco-final-el-prestigio/


Título V.O.: The prestige
Año de producción: 2006
Distribuidora: Warner Sogefilms
Género: Acción
Clasificación: No recomendado menores de 18 años
Estreno: 12 de enero de 2007
Director: Christopher Nolan
Guión: Christopher Nolan, Jonathan Nolan
Música: David Julyan
Fotografía: Wally Pfister
Intérpretes:


En el misterioso ambiente del Londres decimonónico, Robert Angier y Alfred Borden son dos prestigiosos magos y amigos que se admiran mutuamente. Hasta que el mejor truco de ambos se echa a perder y pasan a ser enemigos irreconciliables.

Desde ese momento de desencadena una feroz competencia entre los dos con el fin de acabar con la carrera del otro. La ambición les llevará a protagonizar espectáculos inimaginables con la ayuda de Nikola Tesla, un brillante científico que domina peligrosamente el nuevo e inquietante poder de la electricidad.

Con "El truco final", el realizador Chistopher Nolan (Memento) se apunta al mundo de la magia gracias a la novela "The Prestige" de Christopher Priest.

En su quinta película, en colaboración con su hermano Jonathan con el que firma el guión, Nolan hace un gran despliegue técnico y artístico. La cinta cuenta con un gran reparto encabezado por actores jóvenes pero consagrados como el mundialmente famoso Lobezno de "X-Men", Hugh Jackman (Van Helsing) y Christian Bale (El maquinista), al que Nolan ya dirigió en "Batman Begins". También aparece el prestigioso ganador de dos Oscar, Michael Caine (Hijos de los hombres). Como secundarios de lujo nos encontramos con la actriz de moda en Hollywood, Scarlett Johansson (Lost in Translation), que repite con Jackman tras "Scoop" y el famoso cantante pop David Bowie, que de nuevo vuelve a hacer un inquietante papel en la gran pantalla.

El resultado de todo ello: una intrigante y sorprendente historia sobre la eterna competitividad en el mundo del espectáculo.

Crítica

Esto no es El ilusionista 2, ni por remoto accidente, a pesar de los paralelos fáciles que propone buena parte de la prensa especializada. Nolan viaja mucho más lejos que Burger proponiendo, no una pieza de época sobre ilusiones espectáculo y conejos en la chistera, sino un descomunal manifiesto ilustrado sobre los límites incalculablemente perversos de la ambición humana, sobre la humana debilidad tendente al imposible de embotellar lo inefable, sobre los límites racionales e irracionales de la ciencia como estrategia de dominación y sobre la autodestrucción cincelada a base de codicia y delirios de grandeza.

Hugh Jackman y Christian Bale, superlativos ambos, son los dos extremos de esa enfermiza dinámica competitiva de dos tipos dispuestos a malvender su alma al diablo por un teorema nigromante, la llave de un milagro, un pedazo, corrompido acaso, de la piedra filosofal.

The Prestige es un estudio microcósmico y con apariencia (sólo apariencia) sobre la condición humana y la fragilidad del juicio cuando uno cree tener a mano los instrumentos precisos para tocar el cielo. Es, por supuesto, un inmenso truco de magia, un alarde de prestidigitación escénica de diabólica complejidad y desenlace circense potencialmente tramposo (para gustos los colores), pero detrás de ese código de representación, que no es sino el barniz perfecto de la fábula y, en última instancia una ponderación metafórica que reivindica el ilusionismo como doctrina cinematográfica y al cineasta como ilusionista de la posmodernidad, se esconde un ovillo narrativo incontenible y prácticamente perfecto a medio camino entre el rompecabezas ético-psicológico y un alarde de alquimia existencialista apto, y ése es el verdadero golpe de efecto, para las masas pensantes.

Nolan maneja la adrenalina dramática a su antojo y reivindica al espectador despierto, caminando siempre un paso por delante del respetable y llevándolo a rebufo, echando el bofe, con similar maquiavélica intensidad con que marcaba el ritmo desfragmentado y deconstruido en Memento.

Es improbable que el cine comercial norteamericano sea capaz de emular a corto plazo un espectáculo tan grande, estimulante e inteligente como éste, porque Nolan es de otra pasta, uno de esos cuatro gatos contados que se atreven a infiltrar rompecabezas escénicos en la industria pesada. Por eso es The Prestige un irresistible desafío, caja de sorpresas que no trasciende por ser tal sino por el apasionante sustrato emocional que manipula con tacto exquisito, por la lapidaria esquizofrénica insensatez, panorámica estupefaciente de almas perdidas y raídas por el anhelo ciego de omnipotencia. Un mecanismo de relojería cuasi-perfecto, que sabe no ponerse límite alguno. Si hace aguas a costa del salto mortal del desenlace, que probablemente hace, encuentra entonces el único puente tangible y cierto con El ilusionista de Neil Burger.

Lo demás, que es casi todo, es cine de gran calibre y, profeticemos, una de las mejores propuestas cinematográficas que disfrutaremos en el curso recién inaugurado.