viernes, 4 de septiembre de 2009

LA LEYENDA DE PINETTI

PINETTI UN MAGO DE LEYENDA



Después de su muerte inspiró una leyenda que habría dejado mudo a su tenaz adversario, el escritor Decrems. Cómo nació ésta no lo sabemos. El Evening News de Londres publicó a principio de siglo de forma muy seria una singular historia titulado:

UN MARAVILLOSO MAGO
CUYAS HAZAÑAS ENGAÑARON
A UN EMPERADOR

Los rusos –escribe el Evening News- se han mostrado siempre muy aficionados a los trucos, ilusiones, juegos de agilidad, ventriloquia y otras misteriosas habilidades. Pinetti visitó San Petesburgo bajo el reinado de Pablo I. la reputación le había precedido nacía mucho tiempo a su llegada a la cantal de Rusia. El Zar mismo tuvo curiosidad de ser testigo de hechos que le habían sido contados por muchos cortesanos que habían visto a Pinetti.
Un día el mago fue avisado de que le habían concedido el honor de dar una representación en la Corte, para la cual debía presentarse a las siete de la noche.
Una brillante y numerosa concurrencia de damas y caballeros presididos por el Zar se encontraban reunidos en el salón escogido para esa velada recreativa, pero el prestidigitador no se presentaba.
Sorprendido y contrariado, el Zar miró su reloj, que marcaba las siete horas cinco minutos. Pinetti no era solamente culpable del retraso, sino que obligaba a la corte a esperarlo. Pasó un cuarto de hora, media hora, y Pinetti no aparecía.
Al fin, después de casi una hora, la puerta del salón se abre y el primer ayuda de cámara anuncia a Pinetti, que se presenta con la calma y la serenidad de un hombre al que nada se le tiene que reprochar. Sin embargo, el Zar está más que nervioso; pero Pinetti, muy extrañado, preguntó con la mayor tranquilidad:
-¿No me mandó Vuestra Majestad que estuviera preparado a las siete en punto?
-¡Justamente! –exclamó el Zar exasprerado.
-Pesfectamente –dijo entonces Pinetti-. Ruego a Vuestra Majestad se digne mirar su reloj y verá que he sido puntual, puesto que son exactamente las siete.
El Zar, sacando bruscamente su reloj para rechazar lo que consideraba como la última insolencia, quedó estupefacto y anonadado. El reloj indicaba exactamente las siete. Miró el reloj de péndulo de salón, consultado veinte veces durante la espera: el reloj marcaba y tocaba las siete. Los cortesanos sacaron sus relojes y todos marcaban las siete, así como todos los relojes de Palacio.
El arte del mago acababa de manifestarse de pronto por ese extraño retroceso sobre la marcha del tiempo. A la cólera sucede la admiración.
Viendo que el Zar sonríe, Pinetti se dirige a él y le dice:
-Ruego a Vuestra Majestad que se digne perdonarme, pues con este juego he deseado hacer mi primera aparición ante Vos, mas yo sé cuánto se aprecia la verdad en la Corte y es vuestro reloj el que tiene el deber de decíroslo. Si tenéis a bien en consultarlo otra vez enseguida veréis que marca la hora real.
El Zar , una vez más, saca su reloj y comprueba que marca las ocho y unos minutos. La misma rectificación se verifica en todos los relojes de Palacio. Esta hazaña fue seguida de otras, tan divertidas como sorprendentes.
Este artículo ha sido traducido a diversos idiomas. No sabemos si es verdad o leyenda, pero es bello saber que un mago, ha realizado, después de su muerte, un maravilloso juego donde la verdad y la fantasía se unen para dar paso al misterio.