
Mostrando entradas con la etiqueta EL GRAN HOUDINI. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta EL GRAN HOUDINI. Mostrar todas las entradas
viernes, 25 de abril de 2008
miércoles, 23 de abril de 2008
lunes, 14 de abril de 2008
HARRY HOUDINI MAGICIAN - BIOGRAPHY
HARRY HOUDINI

Harry Houdini (Budapest, Hungría 24 de marzo de 1874 – Detroit, Michigan, Estados Unidos 31 de octubre de 1926), ilusionista estadounidense de origen judío, de verdadero nombre Ehrich Weiss. Emigrado con sus padres a Estados Unidos, se establecieron en Appleton, Wisconsin. Adoptó el nombre artístico de Houdini en honor al mago francés Robert-Houdin. Si bien empezó como trapecista en 1882, se dedicó finalmente a la magia. Aunque era profesional en todas las ramas de la magia, era conocido por sus escapismos imposibles, gracias a una gran resistencia física que adquirió con una fuerte preparación en el gimnasio.
Adquirió asimismo una gran erudición en historia de la magia y llegó a acumular una formidable biblioteca especializada en la materia que posteriormente legó a la Biblioteca del Congreso de Washington. Al morir su madre, quedó tan afectado por quienes explotaban la credulidad de la gente diciendo poder contactar con difuntos del otro mundo que consagró su vida a desenmascarar a los falsos mediums, reproduciendo y denunciando sus trucos y publicando artículos en revistas sobre sus trucos y la psicología del engaño.
Concebía la magia como un espectáculo en sí misma y demostró gran habilidad para liberarse del interior de cajas fuertes arrojadas al mar, de camisas de fuerza colgado boca abajo de rascacielos, y de toda suerte de esposas, cuerdas, baúles cerrados con candados y cadenas de cualquier tipo.
Harry Houdini antes de morir, preparó una prueba definitiva contra el tan aborrecido espiritismo. Creó un código que comunicaría a su mujer si le era posible en el plazo de diez años tras su muerte. Se dice que ningún médium consiguió comunicarle el código correcto.
Tabla de contenidos
//
Origen.
Adquirió asimismo una gran erudición en historia de la magia y llegó a acumular una formidable biblioteca especializada en la materia que posteriormente legó a la Biblioteca del Congreso de Washington. Al morir su madre, quedó tan afectado por quienes explotaban la credulidad de la gente diciendo poder contactar con difuntos del otro mundo que consagró su vida a desenmascarar a los falsos mediums, reproduciendo y denunciando sus trucos y publicando artículos en revistas sobre sus trucos y la psicología del engaño.
Concebía la magia como un espectáculo en sí misma y demostró gran habilidad para liberarse del interior de cajas fuertes arrojadas al mar, de camisas de fuerza colgado boca abajo de rascacielos, y de toda suerte de esposas, cuerdas, baúles cerrados con candados y cadenas de cualquier tipo.
Harry Houdini antes de morir, preparó una prueba definitiva contra el tan aborrecido espiritismo. Creó un código que comunicaría a su mujer si le era posible en el plazo de diez años tras su muerte. Se dice que ningún médium consiguió comunicarle el código correcto.
Tabla de contenidos
//
Origen.
Su familia judía emigró a Estados Unidos, donde se nacionalizaría poco después, cuando sólo tenía cuatro años. Vivieron en Appleton, Wisconsin y posteriormente se mudarían a Nueva York. El pequeño Ehrich no tuvo una infancia fácil, ni una educación formal y las dificultades eran algo habitual en la familia. Hay quien dice que a los 11 años trabajó como aprendiz de cerrajero y se sabe que pasó por algún circo como contorsionista, además de hacer de mensajero y hacer algún número en los espectáculos de frikis. Siempre tuvo un gran apego por su madre, algo que marcó su vida y que a veces llegaron a calificar en cierto modo de «enfermizo». Uno de sus cuatro hermanos, Hardeen, le ayudaría intermitentemente en sus primeras presentaciones de magia a los 15 años. Leyó y aprendió todo lo que pudo al respecto; de hecho el nombre artístico que tomó fue un homenaje al mítico Robert-Houdin, considerado el «padre de la magia moderna».
Aunque comenzó su carrera como mago haciendo juegos de cartas y otros efectos, pronto comenzó a considerar practicar el escapismo. En aquella época algunos espiritistas invocaban fantasmas mientras permanecían atados, para evitar sospechas de fraude. Houdini comprendió que se liberaban secretamente para manipular la escena con efectos mágicos, que aseguraban eran reales. Houdini decidió que tal vez «escaparse» podía ser un número en sí mismo.
Escapes
Aunque comenzó su carrera como mago haciendo juegos de cartas y otros efectos, pronto comenzó a considerar practicar el escapismo. En aquella época algunos espiritistas invocaban fantasmas mientras permanecían atados, para evitar sospechas de fraude. Houdini comprendió que se liberaban secretamente para manipular la escena con efectos mágicos, que aseguraban eran reales. Houdini decidió que tal vez «escaparse» podía ser un número en sí mismo.
Escapes
Metamorphosis.
Uno de los escapes clásicos que se asocian con Houdini es La Metamorfosis, que tanto en la época como en el futuro inspiraría múltiples variantes. El ilusionista era atado e introducido dentro de un saco, a su vez dentro de un baul, todo ello era atado y sujetado con candados. Entonces una ayudante subía encima del baul, levantaba una cortina y 3, 2, 1… Al instante siguiente la cortina bajaba mostrando a un Houdini liberado en el lugar que ocupaba la ayudante.
Entonces se abría el baul y se desataban todas las cuerdas del saco para mostrar a la asistente dentro de la caja: ambos se habían intercambiado o metamorfoseado con el mejor arte de la magia. Este número sigue siendo espectacular hoy en día cuando se ejecuta con presteza y habilidad. Se cree que Houdini ejecutó este número más de diez mil veces en toda su carrera.
La ayudante de Houdini en Metamorfosis solía ser Beatrice Rahner, una joven morena, de pequeña estatura, que acabaría enamorando al mago. Se convertiría pronto en Bess Houdini, su mujer, allá por 1894. Bess le acompañaría durante el resto de su vida, mas nunca llegaron a tener hijos.
Esposas.
Entonces se abría el baul y se desataban todas las cuerdas del saco para mostrar a la asistente dentro de la caja: ambos se habían intercambiado o metamorfoseado con el mejor arte de la magia. Este número sigue siendo espectacular hoy en día cuando se ejecuta con presteza y habilidad. Se cree que Houdini ejecutó este número más de diez mil veces en toda su carrera.
La ayudante de Houdini en Metamorfosis solía ser Beatrice Rahner, una joven morena, de pequeña estatura, que acabaría enamorando al mago. Se convertiría pronto en Bess Houdini, su mujer, allá por 1894. Bess le acompañaría durante el resto de su vida, mas nunca llegaron a tener hijos.
Esposas.
Las habilidades de Houdini para liberarse de ataduras con cuerdas, cadenas con candados y otras situaciones complicadas encantaban al público. Hizo un largo viaje por Europa de cuatro años, cosechando grandes éxitos y aumentando así su propia leyenda (también se dijo que pudo haber aprovechado para hacer espía enterándose de secretos rusos y alemanes). De esa época le viene el sobrenombre de «Rey de las Esposas», que utilizaría durante largo tiempo.
Lo que solía hacer Houdini era presentarse en una ciudad ante el jefe de la policía local, o en la prisión, junto a un grupo de periodistas. Proponía su reto, que era publicado en los periódicos y comentado en la ciudad. Luego el mago era encerrado, atado, o encadenado. Cuando conseguía liberarse, su hazaña obtenía nueva promoción en la prensa. En cierto modo fue un precursor de la autopromoción o publicity: aumentaba y mejoraba la imagen y percepción de sus hazañas tanto antes como después de haberlas realizado, alcanzando cotas cada vez más altas.
A veces ofrecía ser examinado desnudo y que probaran en él nuevos candados, grilletes, esposas u dispositivos fabricados por la gente del lugar. Marineros, fabricantes de cuerdas, sacos y todo tipo de materiales intentaron retenerle sin éxito. Uno de los más graves accidentes que sufrió, que casi le costó la vida, fue al intentar escapar de un gran bidón de cerveza.
Se suele considerar a Houdini el mejor escapista de todos los tiempos y también precursor de muchas de las hazañas y retos de este tipo. Escapó de cuerdas, cadenas, camisas de fuerza, todo tipo de esposas, barriles, cajas, baules, bidones, bolsas, sacas, ataudes, jaulas y habitaciones cerradas. También se dice que escapó de «un monstruo marino», probablemente un calamar gigante o ballena, de cuyas tripas consiguió salir airoso. El público que le veía deseaba a la vez que triunfara y que fallara; la sensación de peligro inminente era poderosa en cada uno de sus números.
Un hermano de Houdini le explicó que la gente parecía emocionarse más cuando la hazaña se hacía a la vista del público. Con esa premisa algunos de sus escapes que se convirtieron en clásicos, como el de la camisas de fuerza (para el que se inspiró en un manicomio), los realizaba a la vista de todos, otros los hacía en secreto tras una discreta cortina, donde sus ayudantes no podían entrar, pero tampoco nadie del público ver sus técnicas secretas. En algunos tardaba unos pocos minutos, en los más complejos llegó a tardar más de una hora.
Técnica.
Lo que solía hacer Houdini era presentarse en una ciudad ante el jefe de la policía local, o en la prisión, junto a un grupo de periodistas. Proponía su reto, que era publicado en los periódicos y comentado en la ciudad. Luego el mago era encerrado, atado, o encadenado. Cuando conseguía liberarse, su hazaña obtenía nueva promoción en la prensa. En cierto modo fue un precursor de la autopromoción o publicity: aumentaba y mejoraba la imagen y percepción de sus hazañas tanto antes como después de haberlas realizado, alcanzando cotas cada vez más altas.
A veces ofrecía ser examinado desnudo y que probaran en él nuevos candados, grilletes, esposas u dispositivos fabricados por la gente del lugar. Marineros, fabricantes de cuerdas, sacos y todo tipo de materiales intentaron retenerle sin éxito. Uno de los más graves accidentes que sufrió, que casi le costó la vida, fue al intentar escapar de un gran bidón de cerveza.
Se suele considerar a Houdini el mejor escapista de todos los tiempos y también precursor de muchas de las hazañas y retos de este tipo. Escapó de cuerdas, cadenas, camisas de fuerza, todo tipo de esposas, barriles, cajas, baules, bidones, bolsas, sacas, ataudes, jaulas y habitaciones cerradas. También se dice que escapó de «un monstruo marino», probablemente un calamar gigante o ballena, de cuyas tripas consiguió salir airoso. El público que le veía deseaba a la vez que triunfara y que fallara; la sensación de peligro inminente era poderosa en cada uno de sus números.
Un hermano de Houdini le explicó que la gente parecía emocionarse más cuando la hazaña se hacía a la vista del público. Con esa premisa algunos de sus escapes que se convirtieron en clásicos, como el de la camisas de fuerza (para el que se inspiró en un manicomio), los realizaba a la vista de todos, otros los hacía en secreto tras una discreta cortina, donde sus ayudantes no podían entrar, pero tampoco nadie del público ver sus técnicas secretas. En algunos tardaba unos pocos minutos, en los más complejos llegó a tardar más de una hora.
Técnica.
Aunque sus secretos permanecieron bien guardados se cree, por los libros que publicó, lo que pervivió de su colección personal de trucos y los análisis de los estudiosos, que en general realizaba sus proezas sin ayuda de compinches, principalmente ocultando ganzuas, llaves y otras herramientas en los orificios de su cuerpo, por ejemplo tragandose las llaves y regurgitándolas (también se cree que usaba el otro orificio como escondite a salvo de ser examinado.)
Entrenamiento.
Entrenamiento.
Houdini pronto comenzó a inventar nuevos retos como parte de su espectáculo en teatros, en su afán por conseguir lo imposible y causar más sensación. Uno de ellos fue el Bidón de Leche, un angosto bidón relleno de agua en el que era sumergido completamente y del que escapaba tras unas cortinas, fuera de la vista del público. Se dice que pedía a la gente contener la respiración tanto como él mientras intentaba escapar (algo que nadie conseguía) a la par que un gran reloj mostraba el paso de los minutos. La realidad era que solía escapar al poco de entrar; a veces se sentaba durante un rato a leer el periódico mientras la orquesta tocaba música para imprimirle mayor emoción al número. Entonces levantaban la cortina y aparecía Houdini, culminando el número.
Tanto para este como para otros números Houdini hizo algo que es común en muchos escapistas y especialistas en retos y proezas físicas: entrenar hasta el límite. En sus biografías se cuenta que cada día se sumergía en una bañera de agua llena de bloques de hielo. Con la práctica llegó a ser capaz de permanecer hasta tres minutos sin respirar. Eso le permitiría enfrentarse a muchos de los retos mejor preparado que cualquier persona e incluso que algunos atletas. En general no se considera que esas hazañas sean «trucos» como tales, sino simplemente el resultado de una fuerza física, habilidad y técnica en cierto modo «sobrehumanas».
Hay quien dice que una obsesión de Houdini era la muerte. A partir de cierto momento en su carrera, casi todos sus retos supusieron un enfrentamiento directo con un riesgo mortífero, un peligro de muerte real que cautivaba al público, tanto que algunos abandonaban la sala antes de que terminara el espectáculo. Curiosamente Houdini había tenido un accidente en un río siendo pequeño, con siete años, y estuvo a punto de perecer ahogado. Es interesante que muchos de sus retos tengan como protagonista precisamente la inmersión en agua (bidones, acuarios, ríos) en los que siempre acaba burlando a la muerte.
Otro de sus números más grandiosos fue la Cámara de Tortura China (1912) un enorme «acuario» donde era sumergido, colgado boca abajo por los pies, y de donde escapaba al cabo de unos interminables minutos. Lo último que veían los espectadores, antes de que una cortina lo tapara, era la aterrada cara de Houdini, sumergido, golpeando el cristal.
La Cámara de Tortura China era muy parecida a la que aparece en la película, ambientada en la época, El Truco Final (The Prestige). Es interesante que aunque en al menos dos largometrajes sobre Houdini el personaje muere ejecutando ese acto, en realidad el maestro de los escapistas siempre consiguió superarlo, si bien a veces con lesiones, como alguna fractura de tobillo. Dos ayudantes blandiendo hachas añadían un poco de dramatismo al momento, estando preparados junto a la celda de agua para actuar y liberarle en caso de problemas.
Tanto para este como para otros números Houdini hizo algo que es común en muchos escapistas y especialistas en retos y proezas físicas: entrenar hasta el límite. En sus biografías se cuenta que cada día se sumergía en una bañera de agua llena de bloques de hielo. Con la práctica llegó a ser capaz de permanecer hasta tres minutos sin respirar. Eso le permitiría enfrentarse a muchos de los retos mejor preparado que cualquier persona e incluso que algunos atletas. En general no se considera que esas hazañas sean «trucos» como tales, sino simplemente el resultado de una fuerza física, habilidad y técnica en cierto modo «sobrehumanas».
Hay quien dice que una obsesión de Houdini era la muerte. A partir de cierto momento en su carrera, casi todos sus retos supusieron un enfrentamiento directo con un riesgo mortífero, un peligro de muerte real que cautivaba al público, tanto que algunos abandonaban la sala antes de que terminara el espectáculo. Curiosamente Houdini había tenido un accidente en un río siendo pequeño, con siete años, y estuvo a punto de perecer ahogado. Es interesante que muchos de sus retos tengan como protagonista precisamente la inmersión en agua (bidones, acuarios, ríos) en los que siempre acaba burlando a la muerte.
Otro de sus números más grandiosos fue la Cámara de Tortura China (1912) un enorme «acuario» donde era sumergido, colgado boca abajo por los pies, y de donde escapaba al cabo de unos interminables minutos. Lo último que veían los espectadores, antes de que una cortina lo tapara, era la aterrada cara de Houdini, sumergido, golpeando el cristal.
La Cámara de Tortura China era muy parecida a la que aparece en la película, ambientada en la época, El Truco Final (The Prestige). Es interesante que aunque en al menos dos largometrajes sobre Houdini el personaje muere ejecutando ese acto, en realidad el maestro de los escapistas siempre consiguió superarlo, si bien a veces con lesiones, como alguna fractura de tobillo. Dos ayudantes blandiendo hachas añadían un poco de dramatismo al momento, estando preparados junto a la celda de agua para actuar y liberarle en caso de problemas.

Protección legal de las invenciones.
Este número fue el primero que inventó que registró con un copyright. En aquella época los magos empezaban a buscar formas legales de impedir que otros magos copiaran sus números pues había gran rivalidad entre ellos. Houdini había pasado cinco años trabajando en su Cámara; se consideraba un innovador y odiaba a los imitadores. Cuando uno de sus números era copiado o revendido (como pasó con el Bidón de Leche) lo denunciaba ante los tribunales. También disfrutaba yendo a las exhibiciones de los rivales imitadores para exponer sus trucos ante el público y dejarlos en ridículo. No deja de ser curioso que uno de sus números más famosos, la metamorfosis fuera en realidad original de John Nevil Maskelyne.
Alcanzada la fama de estrella internacional, Houdini fue mejorando sus números y complicándolos cada vez más, promocionándolos como muestra de coraje y valor: se tiraba atado desde puentes, era sumergido en cajas cerradas y siempre emergía victorioso de las heladas aguas. Su madre siempre asistió a sus más arriesgadas proezas. Cuando ella murió, para Houdini fue un duro golpe.
Madurez y otros intereses.
Alcanzada la fama de estrella internacional, Houdini fue mejorando sus números y complicándolos cada vez más, promocionándolos como muestra de coraje y valor: se tiraba atado desde puentes, era sumergido en cajas cerradas y siempre emergía victorioso de las heladas aguas. Su madre siempre asistió a sus más arriesgadas proezas. Cuando ella murió, para Houdini fue un duro golpe.
Madurez y otros intereses.
A medida que pasaban los años, el físico de Houdini no era el mismo que en su juventud, de modo que tuvo que abandonar algunas de sus proezas. Una de las últimas que popularizó, y que a más gente congregaba en las ciudades, era escapar de una camisa de fuerza suspendido boca abajo, colgado de una cuerda, de una altísima grúa. Lo hizo en Times Square en Nueva York, Washington y en muchas otras ciudades. Pero la tarea era agotadora y Houdini solía acabar dolorido, por lo que comenzó a buscar otras salidas artísticas.
Con el tiempo montó un espectáculo propio en Broadway, que promocionaba con números como la desaparición en el escenario de un elefante. También empezó a dedicar su tiempo a otras aficiones: quiso ser recordado como uno de los pioneros de la aviación (que estaba naciendo en aquella época) y en 1910 fue la primera persona en sobrevolar Australia, con un biplano que había llevado hasta allí.
Otras aficiones.
Con el tiempo montó un espectáculo propio en Broadway, que promocionaba con números como la desaparición en el escenario de un elefante. También empezó a dedicar su tiempo a otras aficiones: quiso ser recordado como uno de los pioneros de la aviación (que estaba naciendo en aquella época) y en 1910 fue la primera persona en sobrevolar Australia, con un biplano que había llevado hasta allí.
Otras aficiones.
Houdini también rodó varias películas de acción como protagonista, pero como actor del celuloide no era gran cosa. Esas cintas, que se han podido recuperar, son buenos documentos gráficos sobre sus escapatorias, aunque la gente las consideraba a veces «trucos de cámara» y no eran tan efectistas como el directo. También probó suerte como empresario en la industria del cine, algo que con el tiempo abandonaría. Escribió algunos libros para el círculo mágico describiendo su trabajo y completó una vasta biblioteca personal con libros sobre magia de todas las épocas.
Espiritismo.
Espiritismo.
La última parte de su carrera la dedicó a una faceta muy especial: ser el azote de los espiritistas. Los millones de muertos de la I Guerra Mundial, así como los avances en las ciencias, la electricidad y el cambio de siglo habían producido un resurgimiento de lo paranormal: eran cuestiones poco entendidas todavía, pero misteriosas y fascinantes para el gran público, que había perdido recientemente a muchos de sus seres queridos. En salones de espectáculos médiums y espiritistas hacían su negocio «contactando» con el más allá.
Houdini nunca había creído en el espiritismo y se mostró especialmente irritado cuando una médium intentó contactar con el espíritu de su querida madre, fallecida años antes. Cuando la médium transcribió el «mensaje literal» que había recibido, Houdini reveló que difícilmente podía ser en verdad su madre: el mensaje estaba en inglés, mientras que su madre solamente hablaba una mezcla de alemán, húngaro y yidis; una cruz encabezaba el mensaje, mas su familia era judía. Indignado, juró entonces convertirse en un cruzado contra el espiritismo.
Obviamente médiums y espiritistas usaban trucos que difícilmente escaparían al escrutinio de un mago. Armado con sus conocimientos, y a veces con disfraces, se presentaba en reuniones para desenmascarar a los fraudes. Publicó artículos en la revista Scientific American, declaró contra el espiritismo ante el Congreso, hizo de cazafantasmas y dejó en ridículo a los creyentes de lo paranormal. Los premios que ofreció a quien demostrara tener habilidades sobrenaturales nunca fueron otorgados a nadie, pues sus engaños siempre eran siempre descubiertos por el mago.
Houdini y Sir Conan Doyle.
Houdini nunca había creído en el espiritismo y se mostró especialmente irritado cuando una médium intentó contactar con el espíritu de su querida madre, fallecida años antes. Cuando la médium transcribió el «mensaje literal» que había recibido, Houdini reveló que difícilmente podía ser en verdad su madre: el mensaje estaba en inglés, mientras que su madre solamente hablaba una mezcla de alemán, húngaro y yidis; una cruz encabezaba el mensaje, mas su familia era judía. Indignado, juró entonces convertirse en un cruzado contra el espiritismo.
Obviamente médiums y espiritistas usaban trucos que difícilmente escaparían al escrutinio de un mago. Armado con sus conocimientos, y a veces con disfraces, se presentaba en reuniones para desenmascarar a los fraudes. Publicó artículos en la revista Scientific American, declaró contra el espiritismo ante el Congreso, hizo de cazafantasmas y dejó en ridículo a los creyentes de lo paranormal. Los premios que ofreció a quien demostrara tener habilidades sobrenaturales nunca fueron otorgados a nadie, pues sus engaños siempre eran siempre descubiertos por el mago.
Houdini y Sir Conan Doyle.
De aquella época data su amistad y posterior enfrentamiento con Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes. Cuando se conocieron entablaron una entrañable amistad, pero sus creencias pronto se vieron enfrentadas: Conan Doyle era un creyente del mundo espiritural y paranomal, mientras que Houdini se erigió en cruzado contra todo ello. El escritor llegó a estar convencido de que las habilidades de Houdini eran genuinas, realmente paranormales, y no meros trucos. Como tantos otros, creía que Houdini era capaz de desmaterializarse, a pesar de haber visto cómo el mago desenmascaraba los burdos montajes de los espiritistas como parte de sus espectáculos o le explicaba en persona algunas de sus técnicas de magia y escapismo.
Muerte
Muerte
El final de la vida de Houdini se produjo en extrañas circunstancias. Ello, unido a su reciente lucha contra lo paranormal y un extraño reto que había planteado para después de su muerte conviertieron el hecho de su muerte en algo tan interesante y misterioso como otros de su propia vida.
Un día de octubre de 1926 unos estudiantes universitarios se dirigieron a Houdini mientras descansaba tras haber terminado uno de sus espectáculos. Uno de ellos le retó a recibir unos cuantos golpes en el abdomen, para comprobar si su resistencia física era tan legendaria como se decía. El mago aceptó sin miedo. Sin embargo, antes de que pudiera prepararse adecuadamente, recibió un primer fuerte puñetazo de un pelirrojo, al que siguieron varios más. Aunque aguantó el envite como un buen actor, había sufrido sin saberlo una rotura de apéndice.
Por su carácter Houdini quiso seguir trabajando durante los días siguientes a pesar de padecer fuertes dolores y fiebre. Finalmente sufrió dos desmayos en una actuación y fue hospitalizado. Tras varios días luchando contra la enfermedad, pareció rendirse ante lo inevitable. Le dijo a su hermano Hardeen:
Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer.
Houdini
En la madrugada del 31 de octubre de 1926, el día de Halloween, Houdini fallecía a sus 52 años. Los médicos emitieron un informe en el que indicaban una peritonitis como causa de la muerte. Su apéndice tal vez llevaba días inflamado antes del incidente con los estudiantes.
El entierro se celebró a los pocos días. Una multitud de dos mil personas acudió al evento, algo tan multitudinario como algunos de sus números callejeros. Pero una cuestión flotabla en el ambiente: ¿Podría el mago escapar de su propia muerte? ¿No sería este otro de sus espectaculares trucos?
El código Houdini.
Un día de octubre de 1926 unos estudiantes universitarios se dirigieron a Houdini mientras descansaba tras haber terminado uno de sus espectáculos. Uno de ellos le retó a recibir unos cuantos golpes en el abdomen, para comprobar si su resistencia física era tan legendaria como se decía. El mago aceptó sin miedo. Sin embargo, antes de que pudiera prepararse adecuadamente, recibió un primer fuerte puñetazo de un pelirrojo, al que siguieron varios más. Aunque aguantó el envite como un buen actor, había sufrido sin saberlo una rotura de apéndice.
Por su carácter Houdini quiso seguir trabajando durante los días siguientes a pesar de padecer fuertes dolores y fiebre. Finalmente sufrió dos desmayos en una actuación y fue hospitalizado. Tras varios días luchando contra la enfermedad, pareció rendirse ante lo inevitable. Le dijo a su hermano Hardeen:
Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer.
Houdini
En la madrugada del 31 de octubre de 1926, el día de Halloween, Houdini fallecía a sus 52 años. Los médicos emitieron un informe en el que indicaban una peritonitis como causa de la muerte. Su apéndice tal vez llevaba días inflamado antes del incidente con los estudiantes.
El entierro se celebró a los pocos días. Una multitud de dos mil personas acudió al evento, algo tan multitudinario como algunos de sus números callejeros. Pero una cuestión flotabla en el ambiente: ¿Podría el mago escapar de su propia muerte? ¿No sería este otro de sus espectaculares trucos?
El código Houdini.
Tras muchos años luchando contra lo paranormal, el mago había diseñado un reto definitivo aprovechando su propia muerte. Ideó un código secreto que compartió con su mujer, consistente en diez palabras secretas (curiosamente, extraídas de una carta de Conan Doyle). Si alguna vez contactaba a través de algún médium «desde el más allá» usaría esas palabras, de modo que Bess pudiera tener la certeza de que el contacto era genuino.
Diversos espiritistas aseguraron haber entrado en contacto con el espíritu de Houdini, especialmente uno llamado Arthur Ford, aunque su mujer nunca recibió el código secreto. Llegaron a publicar historias falseando incluso el testimonio de Bess para hacer creer que había aceptado que el código había sido revelado, pero nunca fue así.
Al cabo de diez años, su mujer celebró una última sesión, sin éxito. Apagó entonces una vela que simbólicamente había mantenido encendida junto a la fotografía de Houdini. «Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre», dijo. Desde entonces, es tradición entre los magos celebrar sesiones en las que se invoca al espíritu de Houdini cada 31 de octubre.
El ilusionista y escapista más famoso de todos los tiempos, el genio que redefinió la magia y el espectáculo de los retos y proezas, consiguió sin duda algo en lo que había sido un experto toda su vida: que sus hazañas fueran narradas y su nombre perdurada con el paso del tiempo. Buena prueba de ello es que más de 80 años después de su muerte aún se siguen escribiendo historias sobre él.
Diversos espiritistas aseguraron haber entrado en contacto con el espíritu de Houdini, especialmente uno llamado Arthur Ford, aunque su mujer nunca recibió el código secreto. Llegaron a publicar historias falseando incluso el testimonio de Bess para hacer creer que había aceptado que el código había sido revelado, pero nunca fue así.
Al cabo de diez años, su mujer celebró una última sesión, sin éxito. Apagó entonces una vela que simbólicamente había mantenido encendida junto a la fotografía de Houdini. «Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre», dijo. Desde entonces, es tradición entre los magos celebrar sesiones en las que se invoca al espíritu de Houdini cada 31 de octubre.
El ilusionista y escapista más famoso de todos los tiempos, el genio que redefinió la magia y el espectáculo de los retos y proezas, consiguió sin duda algo en lo que había sido un experto toda su vida: que sus hazañas fueran narradas y su nombre perdurada con el paso del tiempo. Buena prueba de ello es que más de 80 años después de su muerte aún se siguen escribiendo historias sobre él.
viernes, 11 de abril de 2008
viernes, 4 de abril de 2008
EL ULTIMO GRAN MAGO
El último gran mago
Diario 20 minutos / CINE
http://www.20minutos.es/cine/cartelera/pelicula/29442/el-ultimo-gran-mago/
Título V.O.: Death defying acts
Año de producción: 2007
Distribuidora: DeA Planeta
Género: Drama
Clasificación: No recomendado menores de 7 años
Estreno: 4 de abril de 2008
Director: Gillian Armstrong
Guión: Tony Grisoni, Brian Ward
Música: Cezary Skubiszewski
Fotografía: Haris Zambarloukos
Intérpretes:
- Catherine Zeta-Jones (Mary),
- Guy Pearce (Harry Houdini),
- Timothy Spall (Sr. Sugarman),
- Saoirse Ronan (Benji)

Edimburgo, 1926.
La gira del mago Harry Houdini continúa a pesar de la reciente pérdida de su madre. Su dolor le ha hecho obsesionarse con la parapsicología, hasta el punto de ofrecer dinero al médium que descubra las últimas palabras de su progenitora.
La bella Mary trabaja con su hija en un espectáculo de mentalismo trucado y, cuando se entera de la oferta, investiga la vida de Houdini para afrontar el desafío que le haga rica. Sin embargo, el amor que surge entre ellos no entiende de magia.
El año 2006 fue el año de las películas de magia con el rodaje y posterior estreno de "El ilusionista" y "El truco final". Pues bien, las historias de amor entre magos bohemios y bellas damiselas regresan este año con "El último gran mago", una producción británica llena de romanticismo que se ocupa de la idea de que "la magia existe siempre y cuando uno crea en ella". Para ello, se habla de amor entre bambalinas, creencia en la vida después de la muerte y problemas terrenales como el dinero o la ambición.
Su directora es Gillian Armstrong, responsable de otros títulos de época como "Charlotte Gray" o "Mujercitas", pero la idea de incluir a Houdini en el argumento fue de los guionistas, que se interesaron por la relevancia contemporánea que aún tiene el escapista.
Para dar vida al "último gran mago" se pensó en Guy Pearce, un actor habitual del cine europeo que se ha labrado una reputación con "Memento" o "First snow". Su gran amor en la ficción es la bellísima Catherine Zeta Jones, a la que no veíamos desde la comedia romántica "Sin reservas". Les acompañan Timothy Spall (Sweeney Todd, Encantada) y la jovencísima Saoirse Ronan, nominada al Oscar por "Expiación".
Pese a lo estratégicamente engañoso del título español, "El último gran mago" no es pariente de "El ilusionista" ni de la soberbia "The Prestige" de Christopher Nolan, y es más, por mucho que la campaña promocional se esmere en despistar, la película de Gilliam Armstrong ni es un biopic sobre el Gran Houdini, ni una dramatización de su vida y milagros ni nada que remotamente se le parezca. Bien al contrario, más afín en intenciones a productos semibiográficos tipo "Las aventuras del joven Moliere" o "Copying Beethoven", la cinta de Armstrong focaliza la atención en la anécdota para retratar al personaje desde la subjetividad episódica de la parte, y lejos pues de la perspectiva, siempre mucho más comprometedores, de la totalidad. El Houdini íntimo y personal atrapado en las redes del amor por una mujer tan bella como ingrata (que diría Miguel Hernández), que intenta engañar al mago empleando sus mismas armas.
El resultado es un minúsculo vodevil amoroso, un interludio romántico (cuya historicidad desconozco) en la ajetreada vida mediática del estelar ilusionista, que se describe pero no se evoca, que se detalla desde la distante frialdad de la superficie, en manera involuntariamente epidérmica. No hay tensión ni gramo alguno de intensidad en los tejemanejes de esa mentalista sin escrúpulos que pretende estafar al mago pero que, en el empeño, acaba seducida por su conmovedora fragilidad de ser humano. Igual da que sea Houdini o un mago de feria, igual que el amor triunfe o que fracase, "El último gran mago" se deja ir, confiando en la inercia de las pasiones inherentes al relato, cuyas cimas tempestuosas se nos ocultan debajo de un diseño de producción tan notable como hueco, de una puesta en escena tan telefilmesca como poco resultona.
Decepción para quien busque noticia de los hechos vitales del ejemplar escapista, decepción para quien, sabiendo de qué va la vaina, se tope con un drama romántico de tan baja temperatura.
Glamour, eso sí, no falta. De eso andan sobrados Catherine Zeta Jones y Guy Pearce, muy guapos ambos, muy fotogénicos y, por qué no decirlo, muy superficialmente vinculados a sus respectivos papeles.
Noticia de: Diario 20 minutos / CINE
Etiquetas:
EL GRAN HOUDINI,
LA MAGIA DEL CINE,
RECORTES DE PRENSA
jueves, 3 de abril de 2008
miércoles, 2 de abril de 2008
DIARIO Melilla Hoy
El ilusionista Alfred Cobami presenta ‘Expomagia’
Por Jesús Andújar
Por Jesús Andújar
Del 4 al 17 de abril el Casino Militar acogerá la muestra ‘Expomagia’ que trae a la ciudad el mago Alfred Cobami, alumno de David Copperfield.
La exposición muestra gran cantidad de utensilios mágicos, algunos utilizados incluso por Houdini.
Además se desarrollarán talleres de iniciación a la magia abiertos para niños y adultos, habrá representaciones en colegios y centros de mayores, se impartirá la conferencia “Aplicaciones de las técnicas de mentalismo y sugestión a las técnicas de venta y márketing”, y el broche final será un gran espectáculo de magia en el Palacio de Congresos.
Francisco Díaz y José Imbroda, portavoces de la Comisión de Festejos, anunciaron que entre el 4 y el 17 de abril el Casino Militar acogerá la muestra titulada ‘Expomagia’ que apadrina Alfred Cobami, considerado en la actualidad como uno de los mejores magos del mundo.
Cuenta con importantes récords de magia a nivel mundial y ha sido alumno de David Copperfield.
Alfred Cobami se compromete a realizar en Melilla una prueba no exenta de peligro, como es la de conducir un turismo, por un recorrido establecido, con los ojos vendados.
La muestra se ubicará físicamente en el Casino Militar, donde se expondrán distintos enseres e instrumentos utilizados en espectáculos mágicos.
Hay incluso algunos del gran escapista Harry Houdini.
El horario de visita será de 11 a 14 horas y de 18 a 21 horas. Además se habilitará una sala para pequeñas funciones de magia a cargo de los cuatro ayudantes que acompañan a Cobami, y que también se encargarán de visitar colegios y centros donde así se les invite, para llevar a cabo algunas exhibiciones.
Cobami también invita a “políticos y comerciantes” melillenses a acudir a la charla titulada “Aplicaciones de las técnicas de mentalismo y sugestión a las técnicas de ventas, de márketing y de comunicación”.
Durante los días de estancia en la ciudad de la Expomagia, se ha previsto que el propio Alfred Cobami imparta varios talleres de iniciación a la magia, abiertos a jóvenes y adultos, en horario de mañana y tarde.
La estancia en la ciudad del mencionado artista se cerrará el 17 de abril, a las 21 horas, con un gran espectáculo final a llevar a cabo en el escenario del Palacio de Congresos.
La asistencia, como en el resto de actividades incluidas en la Expomagia, será gratuita.
La Ciudad Autónoma ha destinado a la contratación del mencionado mago y la muestra, unos doce mil euros.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)