jueves, 20 de mayo de 2010

HISTORIA DE LA MAGIA EN ESPAÑA

MAGNIFICO ARTICULO DE JUAN TAMARIZ ESCRITO EN 1993

LOS COMIENZOS.

Mucha y buena. Ya desde el comienzo de nuestra historia, allá por el siglo 1 d. C.:tenemos noticia de la existencia de buenos y hábiles manipuladores callejeros de cubiletes (usando vasos para el vinagre o “acetabulari”). Nos lo cuenta nada menos que el filósofo cordobés Séneca quien -decía- admiraba estos juegos de habilidad y, además, gustaba de no conocer el secreto para no perderse el encanto, lo que demuestra, si falta hace, la calidad de su pensamiento.
¿Y luego?... Bueno. Un salto en cuanto a los datos:

MAGIA HISPANO-ARABE.

En el siglo X, el historiador y moralista árabe (también de Córdoba) Abenhazan, cuenta de un tal Abu Mohamed, conocido por “El Mojric” (“El milagrero”), que hacía que en su presencia oyesen las gentes hablar sin que se viese quien era el que hablaba. Y explica el truco utilizado, ayudado por Mohamed Ben Abdalá “El secretario”, que era quien, escondido y utilizando una gran cana introducida por un agujero de la pared de la Mezquita, emitía las voces y sonidos escuchados.
Sigue diciendo Abenhazan en su “Historia de las religiones” que (Ibid., V, 5, 6), hay fenómenos extraordinarios que dependen de prestidigitación, como las artimañas del “escamoteador, que las gentes ven con sus propios ojos, sin que sean otra cosa que “operaciones sutiles que en nada alteran las leyes de la naturaleza”.
Así, el prestidigitador da una puñalada a un hombre con un cuchillo: los que ven aquello, sin conocer la trampa, creen que el cuchillo penetra realmente en el cuerpo agredido, y no hay tal cosa, sino que el mango del cuchillo esta hueco, y en ese hueco es “donde se introduce la hoja del cuchillo. Del mismo modo, el escamoteador hace pasar por dentro de un anillo un hilo cuyos “dos extremos entrega a un espectador (que nada sospecha) ordenándole que tome cada uno con una mano; seguidamente toma el prestidigitador con su boca aquel anillo y, en tal Wuación, se lo mete en su mano tapando con esta la boca: dentro de la boca ya lleva preparado otro anillo que parece exactamente el mismo del hilo, y así al quitarse la mano de la boca hace creer a los espectadores que ha extraído del hilo el anillo; vuelve luego a tomar ‘en su boca el anillo del hilo y, separando las manos de la boca, muestra de nuevo el anillo dentro del cual esta el hilo. Y como este escamoteo, son todos los que yo he visto.
Comenta también el mismo autor de la existencia, ya en este siglo X, de los teatros de Sombras Chinescas en la España árabe. (SIGIU) XVI.
Al principio del siglo XVI, conocemos que Hernán Cortés llevaba en su expedición a las Tierras recién descubiertas (México) un mago-ilusionista. Así aparece en las Crónicas de Nueva España de Fr. Bernardino de Sahagún.
Y a mediados del siglo, en 1550, aparece el libro de Cardan llamado “De Subtilitate” donde nos cuenta los excepcionales efectos con los tres aros metálicos que enlazaba entre sí el famoso mago catalán Dalmau “El Tortosino” cuando trabajó en Milán ante Carlos V y Francisco Sforza. Presentaba además Dalmau un juego en el que encontraba las 4 cartas del mismo número, a pesar de estar bien mezclada la baraja, o transformaba toda la baraja en cartas iguales, y por eso opinaba Cardan que Dalmau debería tener prohibido jugar a los naypes “bajo pena de muerte” y lo decía con toda la razón porque ya en este siglo y en los dos anteriores los truhanes y pícaros hispanos habían aprendido e inventado mil y una triquiñuelas y trampas de todo tipo con los naypes para ganar a cualquier juego.
Cervantes en Wnconete y Cortadillo”, Velázquez en alguna de su pinturas y, luego, Quevedo en “El Buscon”, nos dan buena cuenta de las trampas y ardides utilizados por los jugadores de ventaja para ganar y poner el azar de su parte.
Pero, antes incluso, ya en el siglo XV se escriben varios libros por Covarrubias, Alcocer, Torquemada, Luque y Fajardo y Navarrete sobre las trampas de juego, señal de lo extendido que estaba el uso de trampas y técnicas con los naypes en la España de esta época. (Recordemos que muchas de las técnicas utilizadas en estas trampas de juego son luego aprovechadas por los ilusionistas para sus juegos, añadiéndoles las técnicas propias creadas por los practicantes de este Arte).
Y tras Dalmau (quien por cierto tuvo que demostrar ante la Inquisición que sus juegos y efectos eran debidos a su habilidad manual y a su ingenio), pasamos a poseedor de una casa llena de todo tipo de efectos m&icos que, como bien dice Julio Caro Baroja, debían ser aquellos que explicaba el padre Kircher en sus libros sobre “Magia de la luz y de las sombras”: linternas mágicas ocultas, catoptrica, etc. (Ver lo que conté en las fichas 49 a 51 del Vol. 1 de esta misma obra).
La llegada de los magos extranjeros aumenta la cultura de los magos españoles. Entre los que vinieron, destaca el primer mago que pasó de la calle a un escenario en España, que probablemente fue, según investigaciones de Ramón Mayrata, el italiano Alberto Ganassa
(llegado en 1574 a Madrid) y que permaneció ocho anos en España, con su compañía de Comedia del Arte. (Su popularidad fue tan grande y adquirió tan gran fortuna que algunos envidiosos, como Ricardo de Turia, escribieron de él: “... como lo vieron los que se acuerdan “en España del famoso cómico Ganassa que en la primera entrada que hizo en ella robó
migualmente el aplauso y el dinero de todos”. (También Lope de Vega le cita varias veces en sus obras).
EL SIGO XVIII.
Y luego ya en el siglo XVIII la aparición del primer libro dedicado a la magia en español: “Engaños a ojos vistas...” publicado en Madrid en 1733 y escrito por Pablo Minguet conteniendo muchos de los juegos con cubiletes y naypes muy probablemente sacados de la obras de Ozanam publicada a finales del siglo XVI y que tuvo que tener gran influencia entre practicantes de la magia-ilusionismo de nuestro país.
En este mismo año. 1733, el mago italiano Tomas Paladini entonces en España, es llamado por el Santo Oficio a demostrar sus habilidades en privado. También salió, como Dalmau, libre de cargos. Entre los juegos que sabemos hacía la “Cinta rota y recompuesta”, “Cambio de un naype de oros en uno de espadas” y “El gallo muerto y resucitado”. Otro mago, El gran Genovés. en 1764 actuaba en Madrid y “cortaba varios materiales a presencia de la vista y de la misma suerte los une”.
A finales de este siglo XVIII, en los periódicos españoles aparecen diversos avisos y anuncios referidos a la magia. El historiador y titiritero Francisco Porras ha encontrado algunos en “El Diario de Barcelona” en los que Narciso Ribot avisa que “da principio a sus divertidas funciones de ‘Juegos de Manos’ en los que manifiesta su adelantamiento por las varias y diversas suertes que executarLi no vistas hasta el presente”. Manuel Perigallo de Valencia se anuncia para “hacer Juegos de Manos en casa particulares”. Otra persona “bien conocido en este Reyno y el de Portugal, pero nunca visto en esta ciudad” anuncia sus sesiones. Jayme
Chiarini anuncia sesión de sombras chinescas. Fondard, físico, naturalista y profesor de
Matemáticas “abrir5 un salón de Física en el que habd una muchacha invisible de edad de 15 años, a la cual se oira cantar, suspirar, reir, responder a todas las preguntas, averiguara el color de los vestidos de los concurrentes... etc.”
Existe incluso un aviso de venta de instrumentos de Juegos de Manos y algunas maquinas, en la calle del Carmen que dice: “. . . aunque ya salió una persona que compró algunas de dichas cosas y dixo que volvería para acabarlo de comprar todo, no se ha visto; por lo que se avisa a él u otra persona que tuviese el gusto de comprar dichos efectos, acuda un clérigo madrileñoa dicha casa, que se le darCin a un precio muy equitativo”. La Linterna Mágica, muy de moda ya entonces, seguro estaba entre dichos objetos...
Se anuncia también a Juan Brasi, (veneciano, discípulo de Pinetti) y conocido como “El hombre incombustible”. Existía pues bastante actividad en esta época en el campo de la Física y los Juegos de
Manos.
También es este siglo se produce en España un enorme inter& y gusto popular por un tipo de teatro del género “comedias de magia” consistente en obras de discutible calidad literaria pero en las que los decorados cambiaban de forma continua y sorprendente, los personajes y sus vestiduras se transformaban, aparecían, desaparecían y ocurrían todo género de prodigios y efectos teatrales que dejan admirados y pasmados a sus espectadores. Son las “Comedias de Magia escritas por Zamora y Cañizares durante todo el siglo XVIII y primera mitad del XIX y estudiadas a fondo por Caro Baroja: “El Mágico de Salerno” dedicada al antes nombrado 9nago” del siglo XVII Juan de Encina, “Las Mágicas encantadas”, etc. (Me comenta Pucho1 que por los años 30 se seguía representando este tipo de obras por una compañía cuyo director y primer actor se llamaba Rambal, y que él mismo asistió por lo menos a dos de dichas funciones, “El Conde de Montecristo” y otra cuyo titulo no recuerda, en el desaparecido Teatro Fontalba, en la Gran Vía, hoy naturalmente convertido en Banco).
Alguna de estas obras tuvieron tal éxito popular (aunque también entre la aristocracia yla familia real había quienes gustaban de ellas, como Fernando VII) que fueron representadas, aunque con interrupciones, cerca de icien años!... La tramoya y la sensación de lo mágico debía estar muy bien conseguidas para merecer estas obras (a pesar de su endeblez literaria) tan inmenso favor del público. (Por cierto que hace pocos años en España y otros países se presentó una obra de similares características, “El diluvio que viene”, interpretada por el vienés-español Franz Joham y el éxito fue tal que permaneció años en cartel, tuvo sus
reposiciones y ~610 lo costosísimo de su producción dificultan su actual. programación. Y es que el gusto por lo mágico, por lo maravilloso, por el sueño visto en realidad, es de todas las épocas).
Y en todo este siglo XVIII los magos, o “físicos” como ellos mismos se denominan, presentan una enorme variedad de maquinas automáticas, ópticas y mecánicas. (Recordemos que es el Siglo de Oro de los autómatas del suizo Jacques Droz con sus mufiecos que escriben, dibujan o tocan música, y de los autómatas trucados que “El Paisano del Norte” de Holanda y sobre todo el italiano Pinetti presentan con gran éxito).
Un discípulo o imitador de Pinetti llamado Tasarini se presentaba en Madrid en 1792 con un espectáculo consistente en 16 maquinas, “la filósofa que responde por escrito a preguntas, “el faisán de la China” y otros. Y en 1783 Teodoro Blanqui se presentó también en Madrid con figuras autómatas.

EL SIGLO XIX.

Y ya en el siglo XIX encontramos una notable actividad a juzgar por los libros que se publican, entre ellos el del aficionado madrileño J. Mengs “EI Tio Cigüeña” (1839) que es un libro extraordinariamente bien informado y al día en todos los aspectos de la Magia y juegos de manos (cartas y otros objetos) adelantándose en este aspecto al francés Ponsin en casi veinte años.
Así conocemos, gracias a Varey, que en Madrid actúan Gossoul y Poret en 1826, así como José Dos Reis Malabar (que di6 nombre a la palabra wMalabarismoM) quien trabajó en 1831 y 1833. Pedro Reyno (francés) instala un teatro de metamorfosis en Madrid, y también a la Villa y Corte llega Cayetano Pelizzari con el truco de “La niña invisible”. En 1828 Ramón Pérez Olivar, relojero, construye en Zaragoza un teatrito de transformación, y en 1826 en Madrid, en la calle de Fuencarral 81, Fernández exhibía un teatrito mecánico llamado “La maquina pequeña de perspectiva”. Baltasar Calvo y María Salazar en 1821 presentan “Las
sombras de la Linterna Mágica” y ,hasta el propio Goya asistía en Madrid a funciones del tipo de Fantasmagorias y cámara Obscura a la que era muy aficionado.
Y la Fantasmagoria, tan en boga tras la llegada de Robertson a Madrid, tiene su máximo exponente en la calle Caballero de Gracia 34, donde Gómez Montolla las representa junto “con varios juegos de Física y Destreza”, al igual que hacía allí mismo en 1823 José Coronado.
Romanine actúa en 1821 ante los Reyes, Marcos Latronche les demostró su teatro pintoresco mecánico en 1852 en Vista Alegre de Carabanchel y Antonio Zervi actúa ante sus Majestades en Aranjuez en 1830.
Todos estos datos nos dan una idea de lo que era la Magia en esta primera mitad del siglo XIX. Pero no olvidemos que estas “habilidades de juegos de manos” eran ya, a juzgar por el excelente libro del “Tio Cigüeña”, de gran dificultad manual y digital, gran técnica y alta calidad artística. Otros libros de la época publicados en Madrid son traducción de la “Magia Blanca” de De Cremps (hacia 1833) uno sobre “Juegos de Manos” por P. Lirniñana en 1866, otro sobre “Recreaciones del Me y Secretos de Física” (este de finales del siglo XVIII, 1791).
Los juegos de manos eran presentados, en esta época, en tertulias y salones.

LIBROS.

En Barcelona se publican libros sobre “La Doble Vista amimagnética (1847) y en 1852 “Flores de Invierno” por J. María Schmid; un curiosísimo librito de 1847 titulado “Palacio Desencantado de Mr. Macaliste?’ nos cuenta con todo detalle en sus 54 páginas las 45
experiencias presentadas en Madrid por dicho mago que había sido ayudante del francés Philippe. Describe el librito los juegos (y sus explicaciones) que tanto éxito habían tenido (ver lo que el autor anónimo dice en su prólogo que reproducimos).
En la segunda mitad del siglo se publican varias obras, traducciones de Robert-Houdin y Ponsin, del alemán Willmann, de Richard y G. Robert, y originales del aficionado valenciano Palanca Lita “El moderno prestidigitador” (1897) y, en 1900, la interesante obra del barcelonés
Joaquín Parta@ “El prestidigitador Optimus, o Magia Espectral”.
Y fue el propio Partagás quien creo a finales del XIX la primera tienda estable de magia en Barcelona, “El Rey de la Magia”, y que hoy continúa abierta tras pasar por las manos del barcelonés de origen suizo C. Buche& luego su sobrina Joana, el mago holandés Flip y, actualmente, los componentes de la “Capsa Mágicaw Jose Ma. Martínez y Rosa.

LOS MAGOS DESTACADOS.

Ademas, Partagás había abierto en 1894 el primer teatro-salón dedicado exclusivamente a magia, situado en la Rambla del Centro con funciones diarias y presentación de efectos de ilusionismo, magia, linterna mágica, etc.
Pero el mas conocido actuante del siglo XIX fue, junto con Partagás, Fructuoso Canonge, nacido en Montbrio (Tarragona). Era un estupendo mago especializado en actuar en cafés que recorrió toda Francia y destacaba, también, por el gigantesco cartel publicitario que exponía a la entrada de los cafés donde actuaba. Había tenido un salón de limpiabotas en Barcelona (existe una placa en su recuerdo en la Plaza Real) y llegó a ser nombrado Caballero. Existe un libro “Apuntes para una biografía de Canonge”.