miércoles, 25 de marzo de 2009

BELLACHINI, MAGO AL SERVICIO DEL REY

Ningún mago ha suscitado tantos imitadores como el polaco Bellachini. En nuestra época, todavía innumerables magos de la Europa Central se sirven de su nombre y quieren hacer creer al público que son sus discípulos consagrados. Sin embargo, Bellachini, bajo el punto de mira meramente técnico, no fue extraordinario. Imitador más que renovador, estaba dotado de una destreza manual muy mediana. Lo que era fascinante era la presentación de sus números, a la cual se ajustaba la magnificencia de sus aparatos, su propia prestancia y su fuerte convicción, que nadie puede estimar en su justo valor, pues se sabe que sus conocimientos imperfectos de los idiomas se prestaban a risa. A pesar de esto, y debido quizá a ello, puede ser que Bellachini significa hoy en ciertos países de Europa: mago. Como en Francia se dice: Robert Houdin.
Bellachini, hijo de aldeanos polacos, nació el 5 de mayo de 1828 en Ligota, Polonia. Desde su más tierna edad, se apasiona por todo lo que concierne a la magia. Pero tuvo que enfrentarse con la ruda escuela de la realidad y fue aprendiz de plomero.... y escapó en seguida de sus patronos, demasiados severos, y partió a America. Desgraciadamente, America no fue para él el país de las posibilidades ilimitadas, y decidió en seguida abandonar el Nuevo Mundo y embarcarse como polizón para Portugal. Por el camino fue descubierto por la tripulación. Debido a algunos juegos de prestidigitación, se hizo perdonar y ganó la simpatía del capitán y de todo el mundo. En Portugal se encontró con un grupo de bohemios que le admitieron con ellos. En esta ocasión aprendió una cantidad de trucos nuevos. Pronto apareció en las ferias, fiestas, hoteles, donde mostró su saber. A los dieciocho años, bajo el punto de vista material, quedó completamente independiente y empezó su carrera. Se casó con la hija de un médico de gran renombre. Bien pronto Bellachini fue el mago de más popularidad de toda Europa Central.
Poca cosa se sabe de su estancia en América. Se supone que trajo de allí al joven negro Jhon Steinmetz, con el cual presentaba el famoso número “La cabeza cortada”, su atracción vedette.
A menudo interpelaba a los espectadores de forma muy pintoresca. Un día, por ejemplo, ante un auditorio de príncipes, solicitó a una de “sus excelencias” si llevaba por azar ¡un pañuelo!....
La mayor gloria de su vida la encontró sin duda es sus repetidas visitas al rey de Prusia (el futuro emperador de Alemania) Guillermo I. El monarca se divertía cada vez que veía a este hombre lleno de malicia y le concedió muchas condecoraciones en diversas ocasiones.
Él mismo nos cuenta cómo obtuvo una de ellas.
El 12 de febrero de 1864 fue llamado al palacio real para presentar sus experiencias al rey.
¿Es verdad – le dijo el rey – que hacéis juegos de magia?
Si vuestra majestad me lo permite – respondió Bellachini – le diré con toda modestia que los espíritus a los cuales me encomiendo, son tan grandes y poderosos que tienen un poder ilimitado sobre todos los objetos...¡y lo mismo con el papel, la tinta y la pluma de Vuestra Majestad
¿Cómo es esto?
Si Vuestra Majestad me lo permite, yo le demostraré que Vuestra Majestad es incapaz de escribir ni una palabra sin mi voluntad...
El rey, medio en broma, medio intrigado, escuchó las palabras del artista; tomó una pluma y trató de escribir algunas palabras sobre una hoja de papel que encontró en su mesa. No pudo trazar una sola letra.
Si Vuestra Majestad tiene la bondad de escribir la frase siguiente: Bellachini es nombrado desde ahora mago de la Corte, lo hará sin ninguna dificultad.
El monarca lo hizo y la frase quedó escrita sobre el papel. La broma se convirtió en un hecho que procuró a Bellachini tres grandes ventajas. Recibió desde entonces más distinciones honoríficas que ningún hombre de Estado, general o sabio de su tiempo. Ningún monarca contemporáneo dejó de llamarlo: desde el Zar de Rusia a la Reina Victoria, desde el Rey de Italia al Rey de Baviera, sin contar todos los Príncipes de los pequeños países..... ---------todos le condecoraron. Murió el 24 de enero de 1885 en Parchim, ducado de Mecklembourg. Algunos instantes antes de la representación cerró los ojos para siempre....
Dos años antes de su muerte tuvo que soportar un gran dolor: su único hijo resultó muerto en un duelo.