lunes, 14 de abril de 2008

HARRY HOUDINI MAGICIAN - BIOGRAPHY






HARRY HOUDINI











Harry Houdini (Budapest, Hungría 24 de marzo de 1874Detroit, Michigan, Estados Unidos 31 de octubre de 1926), ilusionista estadounidense de origen judío, de verdadero nombre Ehrich Weiss. Emigrado con sus padres a Estados Unidos, se establecieron en Appleton, Wisconsin. Adoptó el nombre artístico de Houdini en honor al mago francés Robert-Houdin. Si bien empezó como trapecista en 1882, se dedicó finalmente a la magia. Aunque era profesional en todas las ramas de la magia, era conocido por sus escapismos imposibles, gracias a una gran resistencia física que adquirió con una fuerte preparación en el gimnasio.
Adquirió asimismo una gran erudición en historia de la magia y llegó a acumular una formidable biblioteca especializada en la materia que posteriormente legó a la
Biblioteca del Congreso de Washington. Al morir su madre, quedó tan afectado por quienes explotaban la credulidad de la gente diciendo poder contactar con difuntos del otro mundo que consagró su vida a desenmascarar a los falsos mediums, reproduciendo y denunciando sus trucos y publicando artículos en revistas sobre sus trucos y la psicología del engaño.
Concebía la magia como un espectáculo en sí misma y demostró gran habilidad para liberarse del interior de cajas fuertes arrojadas al mar, de camisas de fuerza colgado boca abajo de rascacielos, y de toda suerte de esposas, cuerdas, baúles cerrados con candados y cadenas de cualquier tipo.
Harry Houdini antes de morir, preparó una prueba definitiva contra el tan aborrecido
espiritismo. Creó un código que comunicaría a su mujer si le era posible en el plazo de diez años tras su muerte. Se dice que ningún médium consiguió comunicarle el código correcto.
Tabla de contenidos
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Origen.




Su familia judía emigró a Estados Unidos, donde se nacionalizaría poco después, cuando sólo tenía cuatro años. Vivieron en Appleton, Wisconsin y posteriormente se mudarían a Nueva York. El pequeño Ehrich no tuvo una infancia fácil, ni una educación formal y las dificultades eran algo habitual en la familia. Hay quien dice que a los 11 años trabajó como aprendiz de cerrajero y se sabe que pasó por algún circo como contorsionista, además de hacer de mensajero y hacer algún número en los espectáculos de frikis. Siempre tuvo un gran apego por su madre, algo que marcó su vida y que a veces llegaron a calificar en cierto modo de «enfermizo». Uno de sus cuatro hermanos, Hardeen, le ayudaría intermitentemente en sus primeras presentaciones de magia a los 15 años. Leyó y aprendió todo lo que pudo al respecto; de hecho el nombre artístico que tomó fue un homenaje al mítico Robert-Houdin, considerado el «padre de la magia moderna».
Aunque comenzó su carrera como mago haciendo juegos de cartas y otros efectos, pronto comenzó a considerar practicar el escapismo. En aquella época algunos espiritistas invocaban fantasmas mientras permanecían atados, para evitar sospechas de fraude. Houdini comprendió que se liberaban secretamente para manipular la escena con efectos mágicos, que aseguraban eran reales. Houdini decidió que tal vez «escaparse» podía ser un número en sí mismo.

Escapes





Metamorphosis.




Uno de los escapes clásicos que se asocian con Houdini es La Metamorfosis, que tanto en la época como en el futuro inspiraría múltiples variantes. El ilusionista era atado e introducido dentro de un saco, a su vez dentro de un baul, todo ello era atado y sujetado con candados. Entonces una ayudante subía encima del baul, levantaba una cortina y 3, 2, 1… Al instante siguiente la cortina bajaba mostrando a un Houdini liberado en el lugar que ocupaba la ayudante.
Entonces se abría el baul y se desataban todas las cuerdas del saco para mostrar a la asistente dentro de la caja: ambos se habían intercambiado o metamorfoseado con el mejor arte de la magia. Este número sigue siendo espectacular hoy en día cuando se ejecuta con presteza y habilidad. Se cree que Houdini ejecutó este número más de diez mil veces en toda su carrera.
La ayudante de Houdini en Metamorfosis solía ser Beatrice Rahner, una joven morena, de pequeña estatura, que acabaría enamorando al mago. Se convertiría pronto en Bess Houdini, su mujer, allá por 1894. Bess le acompañaría durante el resto de su vida, mas nunca llegaron a tener hijos.

Esposas.




Las habilidades de Houdini para liberarse de ataduras con cuerdas, cadenas con candados y otras situaciones complicadas encantaban al público. Hizo un largo viaje por Europa de cuatro años, cosechando grandes éxitos y aumentando así su propia leyenda (también se dijo que pudo haber aprovechado para hacer espía enterándose de secretos rusos y alemanes). De esa época le viene el sobrenombre de «Rey de las Esposas», que utilizaría durante largo tiempo.
Lo que solía hacer Houdini era presentarse en una ciudad ante el jefe de la policía local, o en la prisión, junto a un grupo de periodistas. Proponía su reto, que era publicado en los periódicos y comentado en la ciudad. Luego el mago era encerrado, atado, o encadenado. Cuando conseguía liberarse, su hazaña obtenía nueva promoción en la prensa. En cierto modo fue un precursor de la autopromoción o publicity: aumentaba y mejoraba la imagen y percepción de sus hazañas tanto antes como después de haberlas realizado, alcanzando cotas cada vez más altas.
A veces ofrecía ser examinado desnudo y que probaran en él nuevos candados, grilletes, esposas u dispositivos fabricados por la gente del lugar. Marineros, fabricantes de cuerdas, sacos y todo tipo de materiales intentaron retenerle sin éxito. Uno de los más graves accidentes que sufrió, que casi le costó la vida, fue al intentar escapar de un gran bidón de cerveza.
Se suele considerar a Houdini el mejor escapista de todos los tiempos y también precursor de muchas de las hazañas y retos de este tipo. Escapó de cuerdas, cadenas, camisas de fuerza, todo tipo de esposas, barriles, cajas, baules, bidones, bolsas, sacas, ataudes, jaulas y habitaciones cerradas. También se dice que escapó de «un monstruo marino», probablemente un calamar gigante o ballena, de cuyas tripas consiguió salir airoso. El público que le veía deseaba a la vez que triunfara y que fallara; la sensación de peligro inminente era poderosa en cada uno de sus números.
Un hermano de Houdini le explicó que la gente parecía emocionarse más cuando la hazaña se hacía a la vista del público. Con esa premisa algunos de sus escapes que se convirtieron en clásicos, como el de la camisas de fuerza (para el que se inspiró en un manicomio), los realizaba a la vista de todos, otros los hacía en secreto tras una discreta cortina, donde sus ayudantes no podían entrar, pero tampoco nadie del público ver sus técnicas secretas. En algunos tardaba unos pocos minutos, en los más complejos llegó a tardar más de una hora.

Técnica.




Aunque sus secretos permanecieron bien guardados se cree, por los libros que publicó, lo que pervivió de su colección personal de trucos y los análisis de los estudiosos, que en general realizaba sus proezas sin ayuda de compinches, principalmente ocultando ganzuas, llaves y otras herramientas en los orificios de su cuerpo, por ejemplo tragandose las llaves y regurgitándolas (también se cree que usaba el otro orificio como escondite a salvo de ser examinado.)

Entrenamiento.




Houdini pronto comenzó a inventar nuevos retos como parte de su espectáculo en teatros, en su afán por conseguir lo imposible y causar más sensación. Uno de ellos fue el Bidón de Leche, un angosto bidón relleno de agua en el que era sumergido completamente y del que escapaba tras unas cortinas, fuera de la vista del público. Se dice que pedía a la gente contener la respiración tanto como él mientras intentaba escapar (algo que nadie conseguía) a la par que un gran reloj mostraba el paso de los minutos. La realidad era que solía escapar al poco de entrar; a veces se sentaba durante un rato a leer el periódico mientras la orquesta tocaba música para imprimirle mayor emoción al número. Entonces levantaban la cortina y aparecía Houdini, culminando el número.
Tanto para este como para otros números Houdini hizo algo que es común en muchos escapistas y especialistas en retos y proezas físicas: entrenar hasta el límite. En sus biografías se cuenta que cada día se sumergía en una bañera de agua llena de bloques de hielo. Con la práctica llegó a ser capaz de permanecer hasta tres minutos sin respirar. Eso le permitiría enfrentarse a muchos de los retos mejor preparado que cualquier persona e incluso que algunos atletas. En general no se considera que esas hazañas sean «trucos» como tales, sino simplemente el resultado de una fuerza física, habilidad y técnica en cierto modo «sobrehumanas».
Hay quien dice que una obsesión de Houdini era la muerte. A partir de cierto momento en su carrera, casi todos sus retos supusieron un enfrentamiento directo con un riesgo mortífero, un peligro de muerte real que cautivaba al público, tanto que algunos abandonaban la sala antes de que terminara el espectáculo. Curiosamente Houdini había tenido un accidente en un río siendo pequeño, con siete años, y estuvo a punto de perecer ahogado. Es interesante que muchos de sus retos tengan como protagonista precisamente la inmersión en agua (bidones, acuarios, ríos) en los que siempre acaba burlando a la muerte.
Otro de sus números más grandiosos fue la Cámara de Tortura China (1912) un enorme «acuario» donde era sumergido, colgado boca abajo por los pies, y de donde escapaba al cabo de unos interminables minutos. Lo último que veían los espectadores, antes de que una cortina lo tapara, era la aterrada cara de Houdini, sumergido, golpeando el cristal.
La Cámara de Tortura China era muy parecida a la que aparece en la película, ambientada en la época, El Truco Final (The Prestige). Es interesante que aunque en al menos dos largometrajes sobre Houdini el personaje muere ejecutando ese acto, en realidad el maestro de los escapistas siempre consiguió superarlo, si bien a veces con lesiones, como alguna fractura de tobillo. Dos ayudantes blandiendo hachas añadían un poco de dramatismo al momento, estando preparados junto a la celda de agua para actuar y liberarle en caso de problemas.




Protección legal de las invenciones.




Este número fue el primero que inventó que registró con un copyright. En aquella época los magos empezaban a buscar formas legales de impedir que otros magos copiaran sus números pues había gran rivalidad entre ellos. Houdini había pasado cinco años trabajando en su Cámara; se consideraba un innovador y odiaba a los imitadores. Cuando uno de sus números era copiado o revendido (como pasó con el Bidón de Leche) lo denunciaba ante los tribunales. También disfrutaba yendo a las exhibiciones de los rivales imitadores para exponer sus trucos ante el público y dejarlos en ridículo. No deja de ser curioso que uno de sus números más famosos, la metamorfosis fuera en realidad original de John Nevil Maskelyne.
Alcanzada la fama de estrella internacional, Houdini fue mejorando sus números y complicándolos cada vez más, promocionándolos como muestra de coraje y valor: se tiraba atado desde puentes, era sumergido en cajas cerradas y siempre emergía victorioso de las heladas aguas. Su madre siempre asistió a sus más arriesgadas proezas. Cuando ella murió, para Houdini fue un duro golpe.

Madurez y otros intereses.




A medida que pasaban los años, el físico de Houdini no era el mismo que en su juventud, de modo que tuvo que abandonar algunas de sus proezas. Una de las últimas que popularizó, y que a más gente congregaba en las ciudades, era escapar de una camisa de fuerza suspendido boca abajo, colgado de una cuerda, de una altísima grúa. Lo hizo en Times Square en Nueva York, Washington y en muchas otras ciudades. Pero la tarea era agotadora y Houdini solía acabar dolorido, por lo que comenzó a buscar otras salidas artísticas.
Con el tiempo montó un espectáculo propio en Broadway, que promocionaba con números como la desaparición en el escenario de un elefante. También empezó a dedicar su tiempo a otras aficiones: quiso ser recordado como uno de los pioneros de la aviación (que estaba naciendo en aquella época) y en 1910 fue la primera persona en sobrevolar Australia, con un biplano que había llevado hasta allí.

Otras aficiones.




Houdini también rodó varias películas de acción como protagonista, pero como actor del celuloide no era gran cosa. Esas cintas, que se han podido recuperar, son buenos documentos gráficos sobre sus escapatorias, aunque la gente las consideraba a veces «trucos de cámara» y no eran tan efectistas como el directo. También probó suerte como empresario en la industria del cine, algo que con el tiempo abandonaría. Escribió algunos libros para el círculo mágico describiendo su trabajo y completó una vasta biblioteca personal con libros sobre magia de todas las épocas.

Espiritismo.




La última parte de su carrera la dedicó a una faceta muy especial: ser el azote de los espiritistas. Los millones de muertos de la I Guerra Mundial, así como los avances en las ciencias, la electricidad y el cambio de siglo habían producido un resurgimiento de lo paranormal: eran cuestiones poco entendidas todavía, pero misteriosas y fascinantes para el gran público, que había perdido recientemente a muchos de sus seres queridos. En salones de espectáculos médiums y espiritistas hacían su negocio «contactando» con el más allá.
Houdini nunca había creído en el espiritismo y se mostró especialmente irritado cuando una médium intentó contactar con el espíritu de su querida madre, fallecida años antes. Cuando la médium transcribió el «mensaje literal» que había recibido, Houdini reveló que difícilmente podía ser en verdad su madre: el mensaje estaba en inglés, mientras que su madre solamente hablaba una mezcla de alemán, húngaro y yidis; una cruz encabezaba el mensaje, mas su familia era judía. Indignado, juró entonces convertirse en un cruzado contra el espiritismo.
Obviamente médiums y espiritistas usaban trucos que difícilmente escaparían al escrutinio de un mago. Armado con sus conocimientos, y a veces con disfraces, se presentaba en reuniones para desenmascarar a los fraudes. Publicó artículos en la revista Scientific American, declaró contra el espiritismo ante el Congreso, hizo de cazafantasmas y dejó en ridículo a los creyentes de lo paranormal. Los premios que ofreció a quien demostrara tener habilidades sobrenaturales nunca fueron otorgados a nadie, pues sus engaños siempre eran siempre descubiertos por el mago.

Houdini y Sir Conan Doyle.




De aquella época data su amistad y posterior enfrentamiento con Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes. Cuando se conocieron entablaron una entrañable amistad, pero sus creencias pronto se vieron enfrentadas: Conan Doyle era un creyente del mundo espiritural y paranomal, mientras que Houdini se erigió en cruzado contra todo ello. El escritor llegó a estar convencido de que las habilidades de Houdini eran genuinas, realmente paranormales, y no meros trucos. Como tantos otros, creía que Houdini era capaz de desmaterializarse, a pesar de haber visto cómo el mago desenmascaraba los burdos montajes de los espiritistas como parte de sus espectáculos o le explicaba en persona algunas de sus técnicas de magia y escapismo.

Muerte




El final de la vida de Houdini se produjo en extrañas circunstancias. Ello, unido a su reciente lucha contra lo paranormal y un extraño reto que había planteado para después de su muerte conviertieron el hecho de su muerte en algo tan interesante y misterioso como otros de su propia vida.
Un día de octubre de 1926 unos estudiantes universitarios se dirigieron a Houdini mientras descansaba tras haber terminado uno de sus espectáculos. Uno de ellos le retó a recibir unos cuantos golpes en el abdomen, para comprobar si su resistencia física era tan legendaria como se decía. El mago aceptó sin miedo. Sin embargo, antes de que pudiera prepararse adecuadamente, recibió un primer fuerte puñetazo de un pelirrojo, al que siguieron varios más. Aunque aguantó el envite como un buen actor, había sufrido sin saberlo una rotura de apéndice.
Por su carácter Houdini quiso seguir trabajando durante los días siguientes a pesar de padecer fuertes dolores y fiebre. Finalmente sufrió dos desmayos en una actuación y fue hospitalizado. Tras varios días luchando contra la enfermedad, pareció rendirse ante lo inevitable. Le dijo a su hermano Hardeen:
Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer.
Houdini
En la madrugada del 31 de octubre de 1926, el día de Halloween, Houdini fallecía a sus 52 años. Los médicos emitieron un informe en el que indicaban una peritonitis como causa de la muerte. Su apéndice tal vez llevaba días inflamado antes del incidente con los estudiantes.
El entierro se celebró a los pocos días. Una multitud de dos mil personas acudió al evento, algo tan multitudinario como algunos de sus números callejeros. Pero una cuestión flotabla en el ambiente: ¿Podría el mago escapar de su propia muerte? ¿No sería este otro de sus espectaculares trucos?

El código Houdini.




Tras muchos años luchando contra lo paranormal, el mago había diseñado un reto definitivo aprovechando su propia muerte. Ideó un código secreto que compartió con su mujer, consistente en diez palabras secretas (curiosamente, extraídas de una carta de Conan Doyle). Si alguna vez contactaba a través de algún médium «desde el más allá» usaría esas palabras, de modo que Bess pudiera tener la certeza de que el contacto era genuino.
Diversos espiritistas aseguraron haber entrado en contacto con el espíritu de Houdini, especialmente uno llamado Arthur Ford, aunque su mujer nunca recibió el código secreto. Llegaron a publicar historias falseando incluso el testimonio de Bess para hacer creer que había aceptado que el código había sido revelado, pero nunca fue así.
Al cabo de diez años, su mujer celebró una última sesión, sin éxito. Apagó entonces una vela que simbólicamente había mantenido encendida junto a la fotografía de Houdini. «Diez años son suficientes para esperar por cualquier hombre», dijo. Desde entonces, es tradición entre los magos celebrar sesiones en las que se invoca al espíritu de Houdini cada 31 de octubre.
El ilusionista y escapista más famoso de todos los tiempos, el genio que redefinió la magia y el espectáculo de los retos y proezas, consiguió sin duda algo en lo que había sido un experto toda su vida: que sus hazañas fueran narradas y su nombre perdurada con el paso del tiempo. Buena prueba de ello es que más de 80 años después de su muerte aún se siguen escribiendo historias sobre él.

GUISEPPE CAGLIOSTRO - BIOGRAPHY

CAGLIOSTRO

De Roma a Londres, de Madrid a San Petersburgo, de París a Amsterdam, Cagliostro se introduce en todas las cortes, seduce, fascina, forma discípulos y se enriquece. Tan sincero en su amor por el dinero como en sus investigaciones esotéricas, el extraño conde sigue siendo un personaje inasible. En Palermo, bajo el duro sol de Sicilia, nace en 1743 Giuseppe Balsamo, hijo de‑ un empleado de tienda. Desde su tierna infancia, el pequeño Giuseppe es inquieto e indisciplinado. Es admitido en el seminario a los doce años y se hace expulsar después de una serie de pequeños hurtos. Su padre lo coloca entonces como aprendiz con el boticario de un convento. La manipulación de polvos y ungüentos es una revelación para Giuseppe. Por primera vez, es un alumno atento, apasionado por la química y la farmacopea. Sin embargo, también e5 expulsado después de algunos meses por una broma poco apreciada por los monjes: recita sus oraciones reemplazando los nombres de las santas por los de prostitutas famosas. En Palermo y luego en Nápoles, Giuseppe se vuelve primero pintor para los turistas, luego falsificador de cuadros, fabricante de documentos de identidad, proxeneta... Aprende el arte de la prestidigitación y enriquece sus trucos de magia utilizando productos químicos. Convertido en "mago", vive explotanto la credulidad del público. Una de sus presentaciones termina mal cuando un cliente, al ver que ha sido estafado, quiere recuperar su apuesta de sesenta onzas de oro. Giuseppe Bálsamo debe huir de Nápoles aprisa.
Dívina Serafina"
En Roma, Giuseppe retorna a sus actividades habituales: falsificación de cuadros, colectas a favor de órdenes religiosas imagi­narias y charlatanerías de toda laya. En 1768 conoce a una mujer muy bella, Lorenza Feliciani, con la que contrae matrimonio.Hija de un pequeño artesano, inteligente y ambiciosa, empuja a Cagliostro para que no se contente con sus pequeñas truhanerías y lo bautiza con el nombre de conde de Ca­gliostro. Ella se transforma en Serafina. In­vierten en bellos ropajes y parten a hacer fortuna en España, donde nadie los conoce.Su plan es muy simple: Lorenza‑Serafina, irresistiblemente bella, se deslizará en el lecho de los poderosos mientras que Bálsamo~Cagliostro establecerá en los salones conocidos su reputación de mago. Esta perspectiva no molesta a Cagliostro, quien ya ha oficiado de proxeneta en Nápoles. El plan tiene completo éxito, ya que apenas llegada a España, Serafina seduce al virrey. Cagliostro, introducido por ella en la alta sociedad, embauca a los ingenuos. Los dos timadores viajan luego a Inglaterra, donde Serafina aliviana a un viejo lord de una parte de su fortuna mientras su marido hace evaporarse "torpemente" un collar de diamantes en una experiencia satánica que 'Tracasa". En Francia, ella entibia el lecho del cardenal de Rohan. Muy pronto, Paris no habla más que de la "divina Serafina" y del maravilloso mago que la acompaña.
La masonería egipcia
De capital en capital, Cagliostro se da cuenta de que sus jugadas se vuelven peligrosas y de que puede ser fácilmente desenmascarado. Ya ha probado la paja húmeda de los calabozos londinenses. Entonces, modifica su campo de actividades y se interioriza en la alquimia y en el esoterismo. Se proclama luego el "Gran Copto de Asia y de Europa" y cuenta que es el hijo desposeído de un rey de Trebizonda, recogido en su infancia por el califa de La Meca, quien lo inició en los secretos de Persia, del Islam y de la India. Habría perfeccionado posteriormente su educación con los derviches giradores y luego en una secta egipcia, antes de ser instruido en alquimia en Damasco y después en los laboratorios secretos de los caballeros de Malta... En los años de 1770, la masonería experimenta un impulso formidable y Cagliostro, iniciado en una logia tradicional, decide crear su propia secta, la masonería egipcia, caracterizada por una estructura jerárquica rígida. Su éxito es fulminante y el negocio le produce grandes ganancias. Pero, también, sin duda por primera vez en toda su existencia, Cagliostro parece apasionarse realmente por sus investigaciones. Con dos compañeros lioneses, Magneval y Saint‑Costard, efectúa un trabajo esotérico serio y profundo. Y aquí se revela otro Cagliostro: pensó solamente en documentarse a fin de preparar un nuevo timo, pero se deja llevar por el juego y se transforma en un verdadero esotérico. Sus sistemas simbólicos convierten a muchos en discipulos suyos y la masonería egipcia hace escuela.
El fin de la aventura
En 1786, Cagliostro está en la cima de su gloria. Paralelamente a la masoneria egipcia,no ha podido evitar regresar a sus actividades como mago y manifiesta su habitual atracción por las piedras preciosas. De modo que, cuando estalla el asunto del collar que compromete a la reina María Antonieta, es acusado de haber robado la joya. Detenido, es llevado a la Bastilla el 22 de agosto. Diez días después, queda libre de toda sospecha. Sin embargo, permanece durante casi un año en la Bastilla, lo que le permite aparecer, a los ojos de los liberales, como un símbolo de la arbitrariedad real. Cuando sale por fin en libertad y mientras los parisinos lo festejan, recibe un duro golpe: un decreto de expulsión en su contra. Debe abandonar Francia en el plazo de dos semanas. Regresa a Roma, donde Serafina lo traiciona definitivamente. Lo denuncia al Santo Oficio de mantener relaciones con Satanás. Cagliostro es nuevamente arrojado a prisión, donde muere, demente, en 1795. Aún hoy en día los esotéricos se interrogan sobre el verdadero Cagliostro. Era sin lugar a dudas un pillo sin escrúpulos, pero ello no debería desacreditar sus investigaciones esotéricas. En muchos lugares se practican todavía los rituales de la masoneria egipcia.
La masonería hasta el siglo XVIII
Los primeros masones son, según la leyenda, los constructores de¡ Templo de Salomón. En realidad, es solamente a partir de la Edad Media cuando se forman las primeras sociedades. Los masones (llamados también "francmasones" por sentirse "francos" o libres de toda esclavitud) se organizaban entonces en corporaciones, en cuyo seno los miembros se transmitían secretos estrictamente profesionales, relativos a los métodos y técnicas de construcción. (En francés "masón" significa albañil). Estas corporaciones fueron declinando a partir de¡ siglo XV, para renacer bajo un nuevo aspecto en el XVII: las "logias" que acogen a personalidades de la nobleza, de¡ clero y de la burguesía sin ninguna relación con el arte de la construcción. Los secretos de los masones se refieren en lo sucesivo a orientaciones de tipo más filosófico que práctico. En el siglo XVIII, las logias se multiplican. Es desde Inglaterra, donde la logia principal es la Gran Logia de Londres, protestante y fundada en 1717, que la masonería se expande en Francia. En 1740 se cuenta con una veintena de logias y en 1789 ya son más de seiscientas. El Gran Oriente de Francia ocupa entonces una posición dominante, pero numerosas pequeñas sectas, entre ellas la masonería egipcia de Cagliostro, tratan de darse a conocer.

GEORGE MELIÉS MAGICIAN - BIOGRAPHY

GEORGE MELIÉS



Georges Méliès fue uno de los pioneros de la dirección cinematográfica, tras sus propios creadores, los hermanos Lumière. Nació el 8 de diciembre de 1861 en el boulevard Saint-Martin de París.
Famoso, director de teatro, actor y orgullo frances fue George Méliès. Su padre era un querido y conocido empresario del calzado parisino. Desde pequeño muestra interés y habilidad en el dibujo. Durante su estancia en Inglaterra, y debido a que su falta de soltura con el lenguaje le impedía comprender las obras de teatro, entra en contacto con el mundo del ilusionismo al frecuentar la "Egiptian Hall", dirigida por el célebre ilusionista
Maskelyne.
Más tarde regresa a
París, y a pesar de sus intenciones de ingresar en la Escuela de Bellas Artes, es obligado por su familia a participar en el negocio del calzado. Se encarga de la reparación y el perfeccionamiento de la maquinaria, adquiriendo las habilidades mecánicas que posteriormente le resultarían tan útiles.
Cuando su padre se retiró del negocio, Méliès se negó a continuar con el mismo, utilizando su parte del reparto para comprar en
1888 el teatro "Robert Houdin", del que era asiduo visitante.
Con su incesante capacidad para el trabajo que caracterizó su vida, en los años
1889 a 1890 simultaneó sus labores de director del teatro con labores de reportero y dibujante en el periódico satírico "La Griffe", donde su primo Adolphe ejercía como redactor jefe.
Durante los años siguientes se escenifican en el teatro espectáculos de ilusionismo, cuyos decorados, trucos y maquinaria eran en su mayoría obras del propio Méliès.
Cuando el
28 de diciembre de 1895 Méliès asiste invitado por los Lumière a la primera representación del Cinematógrafo, decide rápidamente comprar una máquina a los Lumière, los cuales se niegan. Entonces opta por construir, a partir de otros artefactos, su propia máquina de cinematógrafo. El 5 de abril de 1896 ya proyecta sus primeras películas en su teatro Robert Houdin. Eran pequeñas escenas al aire libre, similares a las de los hermanos Lumière. Su estilo evoluciona rápidamente buscando crear películas parecidas a sus espectáculos de ilusionismo.
Descubre accidentalmente el truco de sustitución de elementos mediante el parado de la cámara, y es pionero en la utilización de otros métodos como la exposición múltiple del negativo y los fundidos a negro y desde negro.

Tumba de Georges Méliès
Invirtió una gran cantidad de dinero para la creación del que se considera el primer estudio de cine, en el que se utilizaron diversos artilugios, como sistemas mecánicos para cerrar zonas al sol, trampillas y similares.
Creador de alrededor de 500 películas, la paulatina transformación de la industria (monopolizada por
Edison en Estados Unidos y Pathé en Francia), junto con la llegada de la Primera Guerra Mundial, afectaron a su negocio, que fue declinando sin remedio.
En 1903 viajo a
Lyon para editar "!El ataque del Dilofosaurio¡" (Le Dilophosaurus attack!); un film sobre un dinosaurio que ataca a Lyon y a sus ciudadanos. Este film aun se conserva como todos los otros.
Sus creaciones cayeron en un relativo olvido, pero en la década de los 30 comenzó una corriente de reivindicación del genio de Méliès. Es en esta época cuando es encontrado trabajando en una pequeña tienda de golosinas y juguetes de la estación de Montparnase. Se le concede la
Legión de Honor, y en 1932 la Sociedad Cinematográfica le otorga la estancia vitalicia en el Castillo de Orly
Murió en 1938 de un doloroso (aunque rápido) cáncer, que acabó con su vida en 3 meses, el 21 de enero de ese año.
Su videocamara esta en el museo de cinematografia de Paris; junto a la camara de los Lumière.
Sus restos descansan en el
cementerio de Père-Lachaise, en París.
En
2007 es publicada en España La invención de Hugo Cabret, novela del escritor estadounidense Brian Selznick; en dicha obra el protagonista, un niño de 12 años, conocerá la vida y obra del cineasta francés Georges Méliès gracias al hallazgo de un autómata, elemento mecánico que servirá para desarrollar la narrativa de la historia. La novela, con un marcado estilo artístico y cinematográfico, presenta numerosas ilustraciones en blanco y negro realizadas por el propio autor, generando un bonito juego entre la palabra escrita y la imagen; las sensaciones son diversas, pues parece que estás contemplando una película de cine mudo, en la que te conviertes en proyector y receptor del celuloide, que en este caso son las páginas del libro.

JUAN TAMARIZ - BIOGRAFIA




JUAN TAMARIZ - BIOGRAFIA
En Cuanto Juan Tamariz acaba un juego, mientras le aplauden, hace como si tocara un violín invisible. Si fuera verdad que el violín existe y sólo él puede verlo, indudablemente Tamariz, además del más divertido, sería uno de los mejores magos de la historia. Si en cambio lo del violín es un cuento, seguiría siendo uno de ellos, porque los prodigios que celebra con su música los querría para su repertorio la mismísima bruja Morgana. Juan Tamariz-Martel Negrón nació en Madrid, el 18 de octubre de 1942. A los cuatro años se empeñó en que sus padres le llevaran al teatro para ver a un mago, y ahí empezó todo.El gusanillo de la magia estaba instalado en algún eslabón de su cadena genética, porque su tío abuelo, el Marqués D. Luis Negrón, se había ganado en la Andalucía de principios de siglo XX merecida fama como ilusionista. Sus milagros eran tan conocidos como sus correrías bohemias y su afición al juego, con el que consiguió dilapidar las dos fortunas de sus sucesivas y ricas esposas.El niño Tamariz era feliz mostrándole a su pandilla los trucos que había aprendido en las cajas de magia que por Navidad le regalaban sus colegas los Reyes Magos. Cada vez que el mago Marlow actuaba en el colegio de sus hermanos mayores, Juanillo se colocaba en primera fila y allí se quedaba embelesado, como si hubiera visto por primera vez el mar.En cuanto pudo comenzó a ofrecer sus sesiones ante auditorios más numerosos, pidió prestados sus primeros libros, compró sus primeros artilugios y se preparó para ingresar en la Sociedad Española de Ilusionismo (SEI), que en su imaginación era un lugar tan encantado como una convención de druidas.En cuanto cumplió los dieciséis años, se presentó en la puerta de la SEI, dispuesto a pasar el obligatorio examen de ingreso, pero le dijeron que la edad mínima requerida era veinte años, y que volviera cuando no fuera un mocoso.Dos años después volvió, mintió sobre su edad y dispuso su baraja sobre el tapete para enseñar sus trucos al tribunal de ilusiones.Aquel muchacho con cara de despiste que parecía ser capaz de olvidarse en casa los zapatos, dejó a los examinadores petrificados, con la sospecha de que habían descubierto a un mago que llegaría a figurar en los libros de historia. Aquí está la prueba de que acertaron.En la SEI conoció a compinches como Juan Antón, con el que se unió para el famoso número de "Los mancos", un desternillante espectáculo en el que ambos actuaban con una sola mano, y también su maestro, Arturo de Ascanio.Tamariz hizo también sus pinitos en artes de la parentela mágica, actuando como payaso, titiritero y, seguramente, concertista de violines que sólo ven sus dioptrías. Así iba sacando para comer, "con los tomates de mi amable público", dice, mientras se hacía popular, sobre todo en las tiendas de bicarbonato, producto que adquiría en grandes cantidades para abrillantar la multitud de trofeos que ganaba en concursos, "cinco jurados, cinco cajas de puros", explica refiriéndose a uno de ellos.Juan Tamariz estudió hasta el cuarto curso de Física y se preparó para ser director de cine, lo que hubiera conseguido de no ser por unos señores muy serios, muy franquistas y nada mágicos, que le expulsaron junto a otros compañeros peligrosillos. "No veo diferencias entre Robert Redford y yo -dice con cierta nostalgia cinematográfica-. Puede haberla, no sé. Quizás él es más rubito...".En 1973, como si un meteorito se hubiera desplomado en el país de los magos, Juan Tamariz convulsionó a la profesión en el Congreso Mundial que se celebró en Francia con el "Número de París", que con ese nombre ha pasado a la historia, en el que la lógica se sonroja, los comodines cambian de sitio y viajan a sobres cerrados, unas monedas, como si además de caras tuvieran pies, van apareciendo por las buenas bajo los naipes y también, entre otros muchos embrujamientos y entre mucha risa, Tamariz toca a la armónica una bella cancioncilla. "Lo más grande que yo he visto en magia", escribió Ascanio con un escalofrío en el bolígrafo.Entretanto, su popularidad aumentaba en las tiendas de bicarbonato y en el público en general, debido a apariciones en los televisores del orbe, en los que comparte con el detective Colombo el desgarbo y la agudeza.Su fama de mago es tan grande que en una ocasión, estando hospedado en un hotel de Málaga, una camarera le pidió por favor que la acompañara para que mirara a su novio y adivinara si le estaba engañando con otra.Lo que había producido la confusión a la muchacha eran las magias de Tamariz, tan graciosas como inexplicables, como "Coincidencia total", efecto imposible en el que las cartas de dos barajas, tras haber sido mezcladas por un espectador, coinciden en su orden una por una. O como "El poder hipnótico de los Jokers", en cuya versión final, tras trece años de trabajo, los comodines hipnotizan a la carta elegida por el espectador para que esté en todos los sitios de la baraja, desaparezca y viaje al bolsillo del mago. O como los disparatados malabares, en los que utiliza un huevo de avestruz, un huevo frito y una oreja.El legendario Dai Vernon aseguraba, refiriéndose a Tamariz que "en más de ochenta años que llevo de vida mágica, nadie me había engañado tal como él lo hizo".Cuando le dicen que es uno de los mejores magos de cerca de la historia, él muestra su destartalada dentadura y apunta: "No sé si de los mejores, pero sí el más elegante".Dijo Mihura que "el humor es verle la trampa a todo", y si hay alguien que consiga verle a todo las trampas y que no se la vean a él, ése es Tamariz y éste, su lema: "Magia-Amor-Libertad-Humor-Magia y el resto es la nada".

CHING LING FOO


CHUNG LING SOO


HISTORIA DE LOS NAIPES

¿Qué es un naipe?Una de las principales barreras con las que se encuentran los estudios sobre el origen de los naipes es la dificultad de definir claramente qué es un naipe, ya que ni la materia con la que están hechos (cartulina, papel, seda, marfil...), la forma (naipes rectangulares, cuadrados, redondos, biselados, troquelados...), el contenido (signos españoles, signos alemanes, signos franceses, juegos de familias, cartas de mahjong, naipes educativos, naipes históricos...), o los juegos que con ellas se juegan sirven como criterios de identificación absolutamente determinantes. En los principales museos del mundo dedicados a los naipes pueden encontrarse ejemplos de todos estos tipos de cartas. Tal vez las únicas características comunes a todas ellas son su extrema delgadez -lo cual diferencia las cartas de las fichas u otros objetos utilizados para el juego- y la pertenencia a un grupo de elementos semejantes organizado según un criterio preciso. En cualquier caso, ambas características deben encontrarse inseparablemente unidas en el objeto que usualmente denominamos naipe.
El OrigenEl origen de los naipes o cartas de jugar aún no ha sido establecido con precisión, a pesar de los grandes esfuerzos empleados en ello por los investigadores. Determinar la forma y el momento histórico que definen el origen de los naipes se ha revelado como una tarea enormemente compleja. Sin embargo, parece que encontrar al inventor de los naipes y explicar cómo se extendieron de un país a otro por todo el mundo debería ser una tarea más fácil. Después de todo, los naipes cuentan con poco más de 600 años de existencia en Europa: los primeros testimonios de naipes europeos son de finales del siglo XIV. A lo largo del siglo siguiente se extendieron por Europa con una enorme celeridad y, sorprendentemente, es posible conocer esta expansión no por los mismos naipes, sino por las numerosas prohibiciones de que fueron objeto los juegos de naipes en todo el continente.Aunque no se ha podido conocer con precisión cómo se produjo esta rápida expansión, sí se conocen algunos de sus hitos, por medio de los cuales se han aventurado diversas teorías que descubrimientos posteriores han confirmado o desmentido.
Oriente y los primeros naipesLos naipes llegaron a Europa procedentes de Oriente, pero no como un objeto tangible, sino en forma de descripción en los relatos y textos de distintos viajeros. De este modo se expandió por Europa la idea de los naipes, que generó posteriormente los diversos modelos de barajas «nacionales».Afirmar que los naipes llegaron de Oriente es sólo una primera y poco exacta; aproximación a su origen, ya que esta evidencia sólo sirve como indicación de que no son una creación europea. A lo largo de la historia de la humanidad puede observarse que cada grupo humano, más o menos amplio, ha acuñado algún término para calificar a los otros grupos humanos distintos del propio. Para los romanos, por ejemplo, todas las tribus situadas al norte y el este de sus fronteras eran bárbaros, es decir, extranjeros. Lo mismo sucede con la denominación «Oriente»: en esa época (finales del siglo XIV, principios del XV), Oriente comprendía el norte de África, el sur de la península Ibérica ocupado por los árabes, el este europeo y los países asiáticos comprendidos entre los mares Mediterráneo y Rojo y el golfo Pérsico. También eran una parte de Oriente, como sucede en la actualidad, los países situados al este del Himalaya (Lejano Oriente). Por ello es obvio que señalar que los naipes procedían de Oriente no aporta demasiada precisión a la incógnita sobre su origen.En cuanto a las vías por las cuales los naipes llegaron a Europa, también se han aventurado múltiples teorías. En un principio se adjudicó su introducción a los árabes, que tantas cosas trajeron a Occidente, pero los árabes no tenían cartas, ni su religión les permitía reproducir imágenes antropomorfas. En realidad, el único juego de cartas «árabe» conservado es turco. También se ha mencionado a los gitanos y sus barajas adivinatorias, pero cuando las grandes migraciones gitanas llegaron a Occidente hacía tiempo ya que las cartas eran sobradamente conocidas en Europa. Los naipes o cartas para jugar se han atribuido asimismo, a Marco Polo, quien los habría traído de China, pero parece que Marco Polo no llegó a China y que todas las historias que de allí contó las había oído en Oriente Medio. Otras teorías atribuyen la expansión de las cartas en Occidente a las Cruzadas, e incluso, durante mucho tiempo circularon historias atribuyendo la invención de las cartas a ciertos personajes (Vilhán, Nicolás Papin...) que en muchos casos resultaron ficticios.
El pretendido origen europeo de los naipesTradicionalmente ha existido un gran interés en demostrar el origen europeo de las cartas de juego. Se trata sin duda de un esfuerzo algo paradójico, cuando, como parece generalmente admitido, la idea de los naipes procede de Oriente. La respuesta a este enigma es sin embargo muy sencilla. La mayoría de las cartas utilizadas actualmente en todo el mundo son, en su concepción y características -cuatro palos, una serie de cartas numerales y tres figuras- de estilo europeo, así como la mayoría de los juegos de cartas (considerando que la mayoría de los juegos americanos y australianos también son de origen europeo). Las cartas llegadas de Oriente evolucionaron en Europa y desde este continente se expandieron hasta el último rincón del mundo, principalmente por medio de las barajas española e inglesa. Una muestra de esta influencia puede observarse en Japón, donde las misiones luso-españolas del siglo XVI -en esa época Portugal y el resto de los reinos de la península Ibérica estaban gobernados por un mismo rey: Felipe II; esta unión se prolongó hasta mediados del siglo XVII cuando, bajo el reinado de Felipe IV, Portugal volvió a separarse del imperio español- introdujeron, entre otras costumbres, el juego con las cartas de la baraja española, en especial la variante portuguesa. Así, «carta» se convirtió en karuta, «copas» en koppu, «oros» en oru y «caballo» en uma (literalmente, «caballo»). En Indonesia, la palabra «carta» se convirtió en kertu.Fueran una creación europea o procedieran originalmente de Oriente, lo que sí parece claro es que las cartas iniciaron su expansión a través del continente europeo desde Italia. Por lo menos de ese país proceden los ejemplares y testimonios más antiguos. De Italia pasaron rápidamente a través del sur de Francia -o directamente a través del reino de Nápoles, entonces perteneciente a la corona aragonesa- a Cataluña y el resto de la península Ibérica. Las cartas de juego se extendieron hacia el norte hasta Francia y Alemania, dando origen a las barajas nacionales de ambos países. Desde Francia los naipes pasaron a Inglaterra, donde el modelo francés adoptaría la forma de la que actualmente se conoce como baraja inglesa. Excepto en el caso de esta última baraja, que fue llevada físicamente desde Francia hasta Inglaterra por los impresores y grabadores franceses, parece que las cartas de juego se transmitieron a través de las noticias y descripciones de los viajeros que cruzaban Europa. Ello explica el surgimiento de los diversos modelos de baraja europeos.