En su época, Harry Kellar, el ilusionista número uno de los Estados Unidos, llegó a tener noticias de una nueva levitación. Viajó especialmente hasta Inglaterra para ver las actuaciones de Maskelyne. De cuerdo con un sobrino de Kellar, Frank Kellar de Eric (Pennsylvania), Harry deseaba mucho el secreto de esta levitación.
Por ello hizo una oferta de cinco mil dólares para comprar esta ilusión; pero Maskelyne se negó a venderla aún por una suma diez veces mayor.
Algo disgustado, el gran mago asistió, durante toda una semana a cada una de las funciones de Maskelyne. Esto no le ayudó. Los tramoyistas tampoco podían ser sobornados. Los diarios londineses, sabiendo de la visita el artista norteamericano, le hicieron pasar difíciles momentos.
Finalmente, Kellar decidió realizar una maniobra audaz y desfachatada. Una noche se sentó en primera fila en el teatro. Justo cuando la ilusión de levitación comenzaba, subió al escenario; allí vio lo suficiente, descubrió lo que quería y se embarcó hacia los Estados Unidos donde construyó su propia versión de la levitación llamada "La levitación de la princesa Karnac", haciendo su debut sensacional en el Auditorio, Filadelfia, en enero de 1904.