JOHN HENRY ANDERSON
EL GRAN MAGO DEL NORTE
EL GRAN MAGO DEL NORTE
THE GREAT WIZARD OF THE NORTH
(1814-1874)
John Henry Anderson, que se anunciaba con el modesto título de `` El Gran Mago del Norte´´ nació en Aberdeenshire, en Escocia, en 1814 y es uno de los nombres legendarios entre los magos de mediados del pasado siglo.
Hijo de campesinos, quedó huérfano y a los 10 años se unió a una trouppe de saltimbanquis con lo que viajó durante algún tiempo, y allí aprendió dos de las habilidades que más útiles le serían, como saber actuar y atraer al publico y anunciarse y hacer publicidad de sí mismo, (El Gran Houdini, que sabía también cómo sacar el mejor partido de la publicidad, expresó claramente su admiración por este predecesor suyo).
Su afición a la magia le vino viendo actuar a un popular mago de su época, un austriaco llamado ``Signor Blitz´´, aunque aprendió magia trabajando con otro ``modesto´´ mago ``El Emperador de Todos los Magos´´, con el que trabajó durante algún tiempo, hasta que montó su propio espectáculo, con el que se presentó en algunos teatros de Escocia, en 1837, usando el nombre de ``El Gran Mago de Calcedonia´´
Y fue en la primavera de 1837 cuando obtuvo su gran éxito actuando ante un nombre, Lord Panmuere, que quedó tan encantado con su actuación que le obsequió con una cena, le entregó una carta de agradecimiento y reconocimiento a sus habilidades, y regaló diez libras (una respetable cantidad en aquellos tiempos), que le permitió mejorar su espectáculo y lanzarse a la aventura de conquistar Londres.
Y allí, en 1840, volvió a triunfar, siendo conocido popularmente y lanzándose de nuevo a conquistar Europa, y después, el mundo. Llevó su espectáculo a Escandinavia a Rusia, a Canadá y los Estados Unidos, visitó Hawai y también Australia, y siempre con éxito, auque también con mala suerte, el fuego parecía perseguirle, primero en Escocia, donde un teatro financiado por él quedó casi destruido, después en Estados Unidos y más tarde, en 1856, en el teatro Covent Garden en Londres, donde otro incendio acabó con la casi totalidad de su equipo y aparatos mágicos.
¿Y cómo era su espectáculo? Pues en realidad, comenzaba antes de abrirse el telón ya en las calles, primero parecían carteles, días antes, anunciado al ``Gran Mago del Norte´´, luego, antes de la función, y al igual que algunos circos,, una cabalgata recorría las calles con malabaristas, músicos, caballos y entre ellos el gran mago. Después, en el teatro, misterio y emoción, pasteles calientes aparecían entre sus manos, paraguas, relojes, incluso se le atribuye el ser originador de la aparición de un conejo dentro de un sombrero de copa, aunque existen dudas al respecto. Y luego, telepatía, adivinación de objetos colocados en una caja o entre las manos de su hija, que le servía de ayudante, y como número final, uno que siempre ha atraído al público: una bala real era disparada contra su corazón y el mago quedaba indemne.
Anderson vivía a lo grande; fue uno de los grandes, pero en los últimos años, y tras el incendio de Londres, que le arrebató la mayoría de su fortuna, su suerte fue decreciendo, sus beneficios se fueron reduciendo y al final, abandonó poco antes de morir, no pobre, pero con escasos medios de vida, en Darlington, Inglaterra, en 1874. Tenía 60 años.
Hijo de campesinos, quedó huérfano y a los 10 años se unió a una trouppe de saltimbanquis con lo que viajó durante algún tiempo, y allí aprendió dos de las habilidades que más útiles le serían, como saber actuar y atraer al publico y anunciarse y hacer publicidad de sí mismo, (El Gran Houdini, que sabía también cómo sacar el mejor partido de la publicidad, expresó claramente su admiración por este predecesor suyo).
Su afición a la magia le vino viendo actuar a un popular mago de su época, un austriaco llamado ``Signor Blitz´´, aunque aprendió magia trabajando con otro ``modesto´´ mago ``El Emperador de Todos los Magos´´, con el que trabajó durante algún tiempo, hasta que montó su propio espectáculo, con el que se presentó en algunos teatros de Escocia, en 1837, usando el nombre de ``El Gran Mago de Calcedonia´´
Y fue en la primavera de 1837 cuando obtuvo su gran éxito actuando ante un nombre, Lord Panmuere, que quedó tan encantado con su actuación que le obsequió con una cena, le entregó una carta de agradecimiento y reconocimiento a sus habilidades, y regaló diez libras (una respetable cantidad en aquellos tiempos), que le permitió mejorar su espectáculo y lanzarse a la aventura de conquistar Londres.
Y allí, en 1840, volvió a triunfar, siendo conocido popularmente y lanzándose de nuevo a conquistar Europa, y después, el mundo. Llevó su espectáculo a Escandinavia a Rusia, a Canadá y los Estados Unidos, visitó Hawai y también Australia, y siempre con éxito, auque también con mala suerte, el fuego parecía perseguirle, primero en Escocia, donde un teatro financiado por él quedó casi destruido, después en Estados Unidos y más tarde, en 1856, en el teatro Covent Garden en Londres, donde otro incendio acabó con la casi totalidad de su equipo y aparatos mágicos.
¿Y cómo era su espectáculo? Pues en realidad, comenzaba antes de abrirse el telón ya en las calles, primero parecían carteles, días antes, anunciado al ``Gran Mago del Norte´´, luego, antes de la función, y al igual que algunos circos,, una cabalgata recorría las calles con malabaristas, músicos, caballos y entre ellos el gran mago. Después, en el teatro, misterio y emoción, pasteles calientes aparecían entre sus manos, paraguas, relojes, incluso se le atribuye el ser originador de la aparición de un conejo dentro de un sombrero de copa, aunque existen dudas al respecto. Y luego, telepatía, adivinación de objetos colocados en una caja o entre las manos de su hija, que le servía de ayudante, y como número final, uno que siempre ha atraído al público: una bala real era disparada contra su corazón y el mago quedaba indemne.
Anderson vivía a lo grande; fue uno de los grandes, pero en los últimos años, y tras el incendio de Londres, que le arrebató la mayoría de su fortuna, su suerte fue decreciendo, sus beneficios se fueron reduciendo y al final, abandonó poco antes de morir, no pobre, pero con escasos medios de vida, en Darlington, Inglaterra, en 1874. Tenía 60 años.