lunes, 31 de marzo de 2008

TOP SECRET

TOP SECRET
Carlos Luis Lamas



Por el cielo, mar y tierra el ataque alemán es casi incontestable. Las fuerzas aliadas se retiraban de Dunkerque en la mayor operación de salvamento que ha visto la historia. Para ellos los ingleses movilizaron todo lo que fuese capaz de flotar. Transportaron a Inglaterra más de doscientas mil personas con apoyo de la Royal Navi y la RAF. Pero dejaron en las playas casi todo el material moderno que poseían los aliados. Por esos días el Reino Unido incorpora al ejercito con grado de Coronel a un mago. Su nombre era Jasper Masleline. Nuestro personaje era nieto del genial mago John Nevil Maskeline, creador entre otros efectos de la levitación de un ser humano. Suspendido en el aire sólo por el poder de la mente del mago. Su padre Nevil Maskelini fue el continuador del legado del talentoso abuelo y escritor de unos de los mejores libros de teoría magnético, Our magic.
Os estaréis preguntando, ¿qué pinta un mago en una guerra? De forma más chocarrera se lo tomaron los humoristas de la Alemania nazi en sus viñetas. Un soldado inglés con el puntiagudo sombrero de Merlín y una varita mágica fláccida. Las risas retumbaban en los salones del III Reich. Pero dos años más tarde, pasó a engrosar las lista de personajes más odiados por Hitler con orden de hacerlo desaparecer. Por supuesto no de forma mágica, precisamente. Las actuaciones de Jasper Masqueline le habían costado millones de marcos a la Wehmaght.
El objetivo de las fuerzas armadas inglesas de incorporar a un mago creativo como Masqueline, era la de contar en sus filas con un experto en camuflaje. Os contaré algunas de sus hazañas. Una columna de desvencijados camiones avanza por la carretera. A primera vista, ésa no es la columna que los alemanes buscan. Con esos cacharros ni siquiera llegarán a la primera línea de combate. Mientras los camiones de reconocimiento alemanes se alejan, los tanquistas ingleses son los que ahora se ríen. Debajo de la miserable fachada de los inocentes camiones lo que en verdad avanza es una moderna columna de tanques que ni siquiera deja huella, gracias a otro de los inventos del mago, un aparato que iba borrando los rastros de los pesados vehículos a medida que marchaban.
La lancha torpedera tiene que andar por estas latitudes. El periscopio del submarino giraba una y otra vez y lo único que veía era un lujoso crucero. ¿Cómo son los ricos; ni siquiera en tiempos de guerra dejan de gozar la vida! Debe existir en error en las coordenadas que nos transmitieron, los aviones tampoco han localizado a la torpedera. El capitán del transporte alemán aspiró tranquilo el humo de su pipa. Las noticias que le proporcionaron por radio lo habían serenado. El mar estaba en calma, sólo un barco de recreo lo cruzaría por sotavento. De pronto, como si fuera por arte de magia, unas cortinas se corrieron, varios paneles se derrumbaron como un castillo de naipes, pero de forma organizada y metódica. En un abrir y cerrar de ojos, frente a él tenía una lancha torpedera británica dispuesta a no dejarle cumplir su misión.
Quizás uno de los chascos mas conocidos de la Wehrmaght fue el duelo de los poderosos Panzer contra las ilusiones escénicas de Masqueline. Blindados contra cartones ilusorios. En la guerra de Golfo, Saddan Hussein trató de repetir la jugada, pero los tiempos habían cambiado. ¡Es que la ciencia adelanta que es una barbaridad!
La Lufwaffe dominaba los cielos y para defenderse de ella Jasper Maskeline creó un ingenioso mecanismo. Se trataba de un juego de espejos que giraban contra temibles Stukas, caza bombarderos en picado, cegándoles lo suficiente para que no pudieran atinar en sus blancos. Otro de los ingenios que inventó fueron las minas magnéticas, que no necesitaban que el barco chocara contra ellas para explotar, ya que ellas solas buscaban la estructura de acero para adherirse a ella y explotar.
Esto que os he contado es sólo parte de las aportaciones de este mago inglés a la victoria de los aliados contra la Alemania nazi. Quizás uno de los camuflajes que más le costó conseguir fue hacerse invisible, ya que Hitler había puesto precio a su cabeza, pero también lo consiguió.