Después de tanto tiempo sin
pronunciarme en este mi querido blog de magia, me decidí a escribir una
historia que une a dos personajes de distinta época y distintas profesiones.
Pensé que sería bueno conocer una coincidencia entre el gran mago Houdini y el
actual entrenador de futbol José
Mourinho. Pero esa historia tendrá que esperar para mejor momento, ahora quiero
contar un hecho que me aconteció y que no quiero irme al otro mundo sin
contarlo.
Corría
el mes de abril de 2020, estábamos en plena pandemia de la maldita covid,
cuando recibí un WhatsApp de un amigo que me pedía grabase un video corto para
un festival de magia infantil que se realizaba con gran éxito cada año en nuestra ciudad. Ese año sería
imposible hacerlo en vivo, así que las redes informáticas harían que los niños
pudiesen disfrutar de la magia desde sus hogares o sus habitaciones de
hospital.
Aquello
me dio una alegría inmensa, pues acababa de jubilarme y pensé que sería un
hermoso broche a mi vida dentro de la magia, seguramente ya no volvería a
hacer nada relacionado con el
ilusionismo por el resto de mi vida. Agradecí enormemente que se acordaran de éste humilde
mago y comencé a pensar qué podía hacer que le gustara a los niños.
Después
de encontrar un jueguecito con cartas que cambiaban de color, me estrujé la
mente para buscar un guion que sirviera para dar ánimos a los niños que en ese
momento pasaban por dificultades de
salud. No fue fácil pues había que tener mucho tacto para no solo no molestar,
pues lo principal era impactar a los niños con aquel juego.
Llegó
el momento de la grabación y fue mi hijo el encargado de ese trabajo. Comencé
enviando saludos a todos los niños que me estaban viendo y diciendo que en el
próximo año podríamos vernos y abrazarnos porque aquel maldito bicho ya no
estaría entre nosotros. Aquí tengo que hacer un inciso y, es que poco antes de
comenzar la grabación pensé que sería buena idea “atravesarme una cuerda por el
cuello” antes de comenzar con el efecto de las cartas y mientras hablaba, sin darle
importancia a tal hecho, algo que había
realizado en infinidad de veces para los niños y comprobando que les gustaba.
Cuando visioné el contenido del video quedé muy satisfecho con mi trabajo y lo
envié para que junto al resto de videos de otros compañeros fuese divulgado por
diferentes lugares. En un principio recibí la felicitación por mi trabajo, cosa
que me alegró sobremanera. El problema empezó cuando un par de días después
volví a recibir un WhatsApp de la misma
persona que me había felicitado por mi trabajo pidiéndome que volviese a grabar
el video, pero en esta ocasión quitando la parte en la que me atravesaba el
cuello con una cuerda. Según parece, un comité de sabios encabezado por el
sabio mayor del reino había decidido que mi número no era adecuado para
mostrarlo a los niños. Para “todos” era peligroso que los niños pudiesen
intentar atravesarse una cuerda por su cuello y podía haber algún grave
accidente. ¡Manda huevos!, pensé mientras leía. Por esa misma regla de tres,
ningún niño debería de ver la película Superman porque pueden arrojarse desde
sus ventanas intentando imitar al actor.
Mi
contestación a lo que para mí significaba una ignorancia total sobre filosofía
mágica, fue que no pensaba cambiar ni un solo segundo de aquella grabación y,
que por favor fuese avisado la próxima vez que una grabación mía tuviese que
ser expuesta por un grupo de censores. La respuesta fue que este grupo tan solo
habían dado su opinión, pero que si yo quería sería expuesta tal y como yo lo
había grabado, junto al resto de grabaciones de otros magos. Respiré tranquilo
al saberlo y pedí que por favor fuese expuesta tal cual fue grabada. La
contestación fue que no me preocupase, pues así se haría. Por desgracia tengo
que contar que todas las grabaciones de todos los magos fueron expuestas, menos
la mía. Se ve que aquella contestación fue para no entrar en un debate sobre la
conveniencia de ser visualizada por niños tal y como yo lo había realizado, en
definitiva…………fui engañado por mis propios compañeros y amigos.
Aquello
me causó un gran dolor. No solo me sentí traicionado, comprobé que tantos años
de estudios de la filosofía mágica, historia de nuestro arte, de cómo se debe
de presentar un efecto de magia, todos aquellos libros y artículos que leí,
fueron inútiles ante lo que yo considero un grupo de ignorantes que lo único
que quisieron con ese hecho fue aparentar ser unos verdaderos sabios en lo
referente a lo que se debe o no de hacer en un espectáculo para niños. A mí se
me puede criticar mi forma de actuar, mi elección de los efectos, o cualquier
otra cosa, pero pensar que no sé distinguir entre lo que se puede o no se puede
exponer ante unos niños, me parece cuanto mínimo una falta de respeto hacia mi
persona. Ese video lo mostré a infinidad de compañeros magos junto a la
pregunta si veían algo para que un niño o niña no pudiese verlo y, nunca vieron
nada que lo impidiese, al contrario, se sorprendían de que hubiese recibido esa
crítica.
Lo
curioso de todo esto, es que al poco tiempo salió una niña de tan solo siete
años en el programa de Got Talent, haciendo un número de atravesar una cuerda
por su cuello. Ese momento lo han repetido en esa misma cadena, infinidad de
veces. ¿Habéis oído críticas por ello? ¿Una niña de siete años no influye en
otra niña y un adulto sí? ¡Menuda estupidez!
Con
esto lo que he querido reflejar es que el mejor enemigo de un mago es otro
mago. Aunque esto hizo que me quedase sin que se emitiera mi actuación y sin
dos “buenos amigos”.