En una conferencia en la ciudad de Granada, Juan Tamariz dijo que René Lavand era un mago muy bueno, pero aunque fuese muy malo, ninguna persona pediría que le devolvieran el valor de su entrada al terminar su espectáculo. Y es que todos estaremos de acuerdo que René Lavand era más que un mago……..perdón ilusionista (René prefería la palabra ilusionista).
Todos conocemos los relatos cortos que nos emocionaba y que contaba René Lavand durante su actuación. Es imposible olvidar la historia de Picasso cuando entró en aquel restaurante acompañado de una bella dama, o la señora que tenía un hijo muy enfermo y visitó al vecino del piso superior y que era pintor, sin olvidar la del muchacho y su maestro que le enseñaba a soportar los duros golpes de la vida y, es así con estas historias con las que René nos deleitaba durante su actuación. Vale, ya sé, no me critiquéis, era solo una broma, yo no me podía olvidar de aquella de…………sabía que ibas a venir.
Pero curiosamente todos recordamos las historias de ficción, pero hay una que fue real y que la mayoría de las personas no lo recuerdan. Contaba René que un día se encontraba con el cantautor, guitarrista, poeta y escritor argentino, Atahualpa Yupanqui, a orillas del rio Sena, cuando éste le dijo:
Mira René, los artistas no trabajamos, los artistas nos preparamos constantemente para, entretener, divertir o sorprender a los que trabajan. Ahí estamos los artistas, en los recreos de los que trabajan.
Este relato se lo he contado a más de un artista y siempre se han enfadado porque todos decían que trabajaban mucho y que no era justo decir que los artistas no trabajan. En una ocasión un humorista muy conocido me llegó a decir que la persona que dijo eso era un imbécil, porque él se había levantado muy temprano, recogió parte del material que necesitaba para la actuación de esa noche, tuvo que montarlo, después fue a una emisora de radio para publicitar su espectáculo, hizo ensayos, vigilar las luces y el sonido, etc. ¿Eso no es trabajar? me preguntaba.
Está claro que no entendieron aquellas palabras de Atahualpa Yupanqui a René Lavand. Lo que el cantautor quería decir es que sobre todo en ese tiempo, las personas trabajaban en lo que le salía o sus padres les buscaban. Cuando un chico estaba en edad de trabajar no era de extrañar que un padre o una madre hablase con algún vecino para saber si necesitaba a alguien en la empresa donde trabajaba, no importaba de que se tratase, podía ser de carpintero, zapatero, pintor, fontanero, mecánico, eso daba igual, ese chico ya sería de uno de esos oficios de por vida, nadie le preguntó si le gustaba ese oficio. Sin embargo, un artista debía de proponer serlo, porque le gustaba tanto su trabajo que lo dejaba todo para poder conseguirlo. Cuando por fin se podía llamar artista, ya no era un trabajo, pues hacías algo que te gustaba hacer, por lo tanto aquello debería de llamarse de otra forma, pero no trabajo, habría que buscar un nombre para lo que hacen los artistas, pero nunca llamarlo trabajo.
No sé lo que pensareis vosotros, pero yo estoy de acuerdo con estos dos argentinos.